La tribu yaqui recuperó 24 piezas sagradas que permanecieron en un museo etnográfico de Suecia desde hace casi un siglo (1934 - 35), piezas de alto valor simbólico religioso para la etnia.

La entrega de la colección a las autoridades tradicionales ocurrió el pasado 14 de julio, dos días antes de la visita presidencial a la Loma de Guamúchil.

El Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI) dio a conocer este hecho en un boletín donde destaca la intervención del presidente AMLO para que el gobierno sueco aceptara regresar las 24 piezas.

"La nación yaqui de Sonora recibió el Maaso Koba y sus objetos ceremoniales, que fueron repatriados desde Suecia gracias a la intervención directa del presidente Andrés Manuel López Obrador", dice el comunicado y más adelante señala:

“Fue a partir de los acuerdos del Plan de Justicia del Pueblo Yaqui, cuando el presidente López Obrador intervino de manera decisiva y se intensificaron las negociaciones con Suecia, para que se pudieran recuperar y entregar los objetos a sus legítimos dueños”.

Raquel y la comitiva yaqui en Suecia

Sin duda la intervención del gobierno federal fue muy importante para la recuperación de las piezas ceremoniales.

Pero el comunicado oficial del INPI omite mencionar a un personaje central en esta historia: la investigadora y escritora indigenista Raquel Padilla. 

Fue ella quien desde hace varios años siguió el rastro de las piezas que permanecían en el museo etnográfico de Suecia. En septiembre de 2019, poco antes de morir asesinada, Padilla viajó con un grupo de mujeres y hombres de la etnia hasta el país nórdico para verificar la autenticidad de los objetos.

La acompañaron los indígenas Fernando Jiménez, Juan Armando Castro, Félix Espinoza, Anabela Carlon y Teodoro Buitimea.

Ella no pudo continuar con esta tarea porque dos meses después, en noviembre, murió a manos de su pareja sentimental.

Pese al trabajo decisivo de Raquel Padilla en el episodio que concluyó el sábado con la entrega de las piezas a la comunidad yaqui, no hay en el boletín del INPI ni una sola mención de la historiadora sonorense.

¿Omisión burocrática, celos profesionales, exceso de idolatría por la figura presidencial?

Cualquiera que sea el motivo, el nombre de Raquel Padilla continuará brillando en éste como en otros episodios de la vida yaqui.