Al lanzar Vicente Fox su imbecilidad discriminatoria sobre el posible origen judío de la señora Cheimbaun, sentimos en el rostro el ramalazo que nos da todo imbécil al hablar o escribir. Pero como estamos conscientes de que de un imbécil sólo podemos esperar imbecilidades, nos dispusimos a pasar a otra cosa.
No obstante, el problema de un imbécil es que no advierte cuándo ha dicho una cosa imbécil, y sin aguardar a que se atenuaran un poco los efectos de la primera, nos lanzó otra también imbécil.
Alguno más o menos sensato de los que se mueven a su derredor, tal vez el señor que limpia los excusados en el rancho de San Cristóbal, compadecido de las limitaciones de su amo, debe haberle dicho: “Con su perdón, señor, me atrevo a señalarle que ha dicho usted una imbecilidad”.
Y deben haberle llovido tantas llamadas de atención, que decidió inventar la razón de que hubiera actuado como un imbécil. Dijo que en su cuenta de twitter había recibido el comentario imbécil y se limitó a “retuitearlo”, es decir, a repetirlo. Aceptó que había incurrido en una segunda imbecilidad pues no había reconocido de primera lectura que lo era el mensaje que había recibido.
Fue, pues, imbécil por partida doble. Pensar que habría sido tan sencillo inclinar la cabezota y decirnos: “Perdónenme, por favor, soy un imbécil”. Al menos habría dicho una verdad.
¿ACUDIRÁN A LA VIOLENCIA?
He estado reflexionando en que el procedimiento electoral para elegir al próximo Presidente de la República, parece haber retrocedido a los tiempos del PRI, de Salinas de Gortari hacia atrás.
La emoción de la competencia se hacía notar entonces en la contienda interna del PRI pues saltaba a la vista que por el lado de la oposición no surgía un adversario fuerte. Ahora también, y dejando de lado a quienes se juegan intereses políticos personales en la contienda, percibo un aire de aburrimiento en la gente.
Hubo un momento de buen humor cuando llamaron “corcholatas” a los participantes de MORENA, pero ya pasó. De hecho, y aunque no se haya realizado una encuesta en forma, se ha generalizado la impresión de que los hados favorecerán a Claudia Sheimbaun o a Marcelo Ebrard. Y por el lado de la oposición no se asoma alguien con auténticas posibilidades.
Si se tratara sólo de hacer un tedioso recorrido a lo largo del periodo electoral, sería lo de menos, pero está cobrando fuerza la versión de que los poderosos (en dinero) preparan una etapa de dura violencia para estorbar los esfuerzos del presidente AMLO para lograr una sucesión tranquila y democrática. Es responsabilidad personal de cada uno de nosotros dar la alarma al menor signo de tal estrategia.
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