"La verdadera naturaleza de todos los sentimientos procede de las mentiras y de la insaciabilidad”. Stanislaw Ignacy Witkiewicz (Escritor, fotógrafo, filósofo y pintor polaco. Varsovia 1885-1939).
El título principal de este artículo: La píldora de Murti-Bing, lo leí por primera vez en dos libros del escritor polaco Czeslaw Milosz: El pensamiento cautivo, y La mente Cautiva. Aparece en la controversial novela del polaco Stanislaw I. Witkiewicz: La insaciabilidad. Por cierto, no la he leído, es muy difícil de encontrar la edición o bajarla por internet.
Milosz, hace referencia de ello en uno de los capítulos de su libro El pensamiento cautivo (pág. 31). Murti-Bing era un filósofo mongol que integró una personal “concepción del mundo”, las píldoras, pues, “contenían en forma condensada” su concepto del mundo de Murti-Bing, que muchos buhoneros (vendedores de baratijas) las ofrecían de casa en casa. Quien tomara ese medicamento, cambiaría por completo, se tornaba sereno y feliz. Los problemas que le habían angustiado le parecerían superficiales y sin importancia como: La filosofía, las artes, la política, la cultura en general, etc. No les importaban las dificultades filosóficas insolubles. Practicaban un hedonismo, plagado de erotismo; en una constante concupiscencia.
El occidental, que tomaba las píldoras de Murti-Bing se tornaba impermeable a toda preocupación metafísica. Ya no consideraba que el acercamiento del ejército rojo, chino-mongólico (orientales), constituyera una tragedia para su propia civilización. Vivía en medio de sus compatriotas como una persona sana en medio de lunáticos. Y así, iba siempre en aumento el número de gente que tomaba el remedio de Murti-Bing, y la calma que producía contrastaba mucho con la nerviosidad que reinaba a su alrededor. El final de la novela, en un encuentro de los ejércitos de Occidente con los de Oriente, triunfan estos últimos, ocupan el país (Polonia) y empieza una nueva vida la del “murti-bingismo”. Los personajes de la novela, otrora atormentados por la “insaciabilidad” filosófica, entran al servicio de la nueva sociedad. Los artistas, escritores, pintores, y la intelectualidad, se entregan a la producción de marchas y odas o pintar cuadros “socialmente útiles”, todo lo que escribían, pintaban o creaban, debería de ser a favor del Estado. Pero como no pueden librarse totalmente de sus personalidades anteriores, se convierten en esquizofrénicos. (Hasta aquí la breve sinopsis de la novela de Witkiewicz).
Milosz, junto con lo anterior, agrega en su libro: se genera la necesidad de los intelectuales de un “sentimiento de pertenencia” al nuevo régimen; acusa al intelectual servil, que su principal característica es el miedo a pensar por su cuenta, por la instauración del murti-bingismo. Finge ser lo que no son para evitar el castigo. Añade el mismo Milosz el concepto de Ketman: “La ética de la Nueva Fe se basa en la regla de que todo lo que sirve a los intereses de la Revolución es bueno, y todo lo que los perjudica, malo. Como el comportamiento adecuado de los ciudadanos en sus relaciones mutuas ayuda a la construcción socialista y a la Revolución, se hace, especial hincapié en la moral de los ciudadanos. Es éste el punto central de la Nueva Fe: «la educación del nuevo hombre»”. (El concepto Ketman es, "una forma de convertir todo en un carnaval perpetuo", para "volverse inasible a través del disfraz y el movimiento constante".
En la política de nuestro país, respecto a las actitudes de los intelectuales y en muchos políticos de antes y actuales, es “adaptarse” a cada régimen de gobierno; ejemplo Octavio Paz, a pesar “de su enojo” con Díaz Ordaz, por la matanza de estudiantes en el movimiento de 1968, se alineó al gobierno de Luís Echeverria. Se dice, que le pidió chamba, pero Echeverria a cambio de ello le solicitó que sacara del país a su entonces esposa Elena Garro, escritora y activista que molestaba a su gobierno. Tal parece que el régimen le suministró a Paz, las píldoras de Murti-Bing; al igual que el régimen actual de la cuarta transfiguración, las distribuyó en los políticos de otros partidos (PRIANMOR), y en intelectuales “orgánicos” antes afines a otros gobiernos, para que se alinearan al régimen. Los Nombres de políticos que “consumen” la píldora llenarían un millar de páginas; “no menos, unas dos mil”. De los intelectuales que “toman la píldora” de Murti-Bing, por ejemplo, está el excelente historiador Lorenzo Meyer y su hijo, ahora están serenos y felices con el régimen, como varios comunicadores. Al igual que antes, se “adaptan” a cada gobierno.
A un porcentaje de la población, el gobierno a través de sus buhoneros (serviles de la nación … perdón, siervos), las píldoras para el murti-bingismo, se las distribuyen de casa en casa. A unos para que defiendan al gobierno y otros para provocarles el “importamadrismo” cívico, y abstenerse de ir votar, de no cumplir con la responsabilidad ciudadana. Las píldoras promovidas en cada mañanera palaciega, a muchos los tiene atados, serenos y felices, con los programas sociales convertidos, al igual que antaño, en botín electorero, y con el indignante acarreo, virus inoculado por el PRI, ahora en MoReNa y en todos los partidos. “Telle est la vie de la politique”. Así es la vida de la política.
En política: “El terror se torna socialmente útil y eficaz […] Con semillas de verdad se cultivan mentiras”. (Entrecomillado, frases de Czeslaw Milosz).
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