Si la elección presidencial fuera hoy, Claudia Sheinbaum obtendría un triunfo claro, incuestionable, y junto con ella la mayoría de los candidatos locales y federales de Morena y sus aliados.
Pero la elección no es hoy sino dentro de ocho meses y medio, tiempo suficiente para la aparición de escenarios no previstos donde podría fortalecerse la trinchera del frente opositor Va por México y su candidata Xóchitl Gálvez.
Esto va más allá de un buen deseo de panistas y priistas, es una posibilidad que han hecho crecer no ellos sino -quién lo diría- el propio AMLO y sus compañeros de partido. Desde el púlpito de la Mañanera el presidente López Obrador ha metido casi a diario el nombre de XG en la agenda mediática nacional. Quien al inicio parecía ser una candidata irrelevante ha crecido, vale decirlo, en forma desproporcionada hasta convertirse en una figura por encima del grupo político y partidos que la apoyan. Ella es la oposición, no los impresentables Alito, Zambrano y Cortés. Mucho menos Claudio X. González. Hablo de la percpeción pública, no de los intereses que mueven a Va por México.
XG tiene además una ligera ventaja sobre CS. Se ve más relajada y al mismo tiempo más aguerrida. Se regodea con las críticas generadas desde la Mañanera, ni se diga con los errores infantiles de algunos morenistas como la propuesta de destruir la casa de la candidata opositora.
Por fortuna para AMLO, Sheinbaum y Morena estamos apenas en la etapa inicial donde los perfiles de las candidaturas aún están en formación y el haber del gobierno y su partido es mucho mayor que el de la oposición.
AMLO es la figura más popular del entorno político nacional y con mucho, por eso sus reiteradas menciones a XG y compañía llevan un mensaje implícito: Los mexicanos deberán elegir entre él (a través de CS) y la oposición. Falta también que Sheinbaum despliegue toda su personalidad política, los rasgos que la harán atractiva al electorado.
Cuenta con una gran ventaja: El positivo cierre del sexenio en el terreno económico, la puesta en marcha de los magnos proyectos lópezobradoristas y, lo más importante, los beneficios de la política social del régimen, los millones de mexicanos adultos mayores, estudiantes y otros grupos sociales que reciben apoyos en dinero constante y sonante.
La capacidad de Sheinbaum para asegurar la consolidación de estos proyectos, los de Bienestar en particular, le garantizará una gran plataforma electoral si supera la tentación egocéntrica de alejarse demasiado de AMLO, al menos de aquí al próximo 2 de junio.
La confrontación decisiva entre Sheinbaum y Gálvez tendrá como campo de batalla la aún indecisa clase media, un conglomerado no sólo numeroso sin también muy influyente sobre las clases populares. Y en este campo es ostensible la volatilidad de muchos electores sin partido ni preferencias políticas que votaron por AMLO en el 2018 y hoy pueden estar desencantados del tabasqueño por el desgaste político que implica el ejercicio del poder. Agréguenle, la decepción latente por el fracaso del régimen en un terreno crucial: la seguridad pública.
Por otra parte, el grupo opositor se ha guardado para los meses de campaña los golpes duros contra la trayectoria personal y pública de Sheinbaum.
Aún así hoy se ve más factible el triunfo electoral de AMLO - Sheinbaum y Morena en el 2024. Pero faltan poco más de ocho meses y si AMLO y morenistas siguen engradeciendo la figura de XG el 2 de junio no será para ellos un domingo de paseo electoral.