Publicado el 21 de septiembre 2021
Va para 50 años que oigo hablar en Sonora de promover el hábito de la lectura. Algunos dicen “difundir el hábito de la lectura”, aunque para difundirlo debe antes existir. Prefiero: promover o crear. Va para 50 años y no veo los resultados. A veces se menciona a “mediadores” de la lectura que dependen de instituciones educativas o han integrado grupos por su cuenta, y tratan de formar lectores. Hasta me citan números que no he retenido en la memoria, pero que son elevados. Esos “mediadores” ¿son lectores de ocasión o son lectores apasionados?
Ingresar a un grupo de lectura da ocasión de conocer y hacer amigos y de pasar un buen rato cada semana. Se asiste al lugar de la cita, se consumen refrescos y galletas (aunque el menú puede variar), se platica de esto y de aquello, supongo que hasta se habrá armado noviazgos afortunados. En general, todos los miembros del grupo cumplen con la tarea, que consiste en leer un libro si no es muy grueso, durante la semana, o uno o dos capítulos, y luego exponerlos en la siguiente junta y opinar sobre el contenido.
¿Qué pasa cuando han satisfecho la dosis de lectura fijada y les quedan cuatro o cinco días por delante para la siguiente reunión? ¿Leen otros libros? No ven razón para ello si ya cumplieron con la tarea. ¿Y qué leen? Novelas entretenidas, de preferencia aquellas que se mencionan en las revistas de actualidad? ¿Les parecen aburridos los clásicos? ¿Es demasiado gordo El Quijote (no el personaje sino el libro)? No sé si ya les informaron a los aspirantes al título de lector, que son igualmente gordos “Ulises” de James Joyce, “La montaña mágica” de Thomas Mann, “Moby Dick” de Herman Melville, “Guerra y paz” de Tolstoi y “Tom Jones” de Henry Fielding y que todos son extraordinarios.
He preguntado antes si los mediadores son lectores de ocasión o lectores apasionados. El lector de ocasión ha de ser bueno para entretener con las lecturas que recomienda, el apasionado ha de ser bueno para iluminar las profundidades de la lectura, que es la manera de formar lectores. Y ha de estar preparado para responder a las inquietudes y las preguntas del lector-alumno, si no en el momento en que es interrogado, al menos al día siguiente cuando haya investigado.
Sugiero que en éste, como en todos los rubros de la cultura, se deje atrás la época absurda en que los resultados se medían por el número, y que pasen a considerarse por la calidad. Por lo pronto,, es una realidad que en la casa de algunos autores no los leen los padres o los hermanos ni los vecinos. Los profesores de literatura a nivel de secundaria brillan por su ausencia en las librerías y en las presentaciones de libros. Y el colmo (lo estamos viendo en El Estanquillo de las Letras), escritores a quienes se ofrece la oportunidad de que comenten y hagan propaganda a sus obras, se vuelven ojo de hormiga cuando se les invita a las presentaciones de libros de otros escritores. Es un tema complicado, No se debe seguir tratando con la superficialidad y el desparpajo como se ha visto hasta ahora. Hagámoslo en serio.
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