Los poderosos medios de comunicación de Estados Unidos centraron su atención esta semana en la llegada del pitcher Barry Zito a los entrenamientos de los Gigantes de San Francisco.
Cada paso que dio el lanzador zurdo fue seguida con interés extraordinario por el nurido grupo de reporteros que lo acompañaban.
Con un supercontrato de 126 millones de dólares por siete años, Zito es una más de las rutilantes estrellas de beisbol, el deporte que ocupa las primeras planas de los diarios de marzo a octubre en la Unión Americana.
Los peloteros de las poderosas Ligas Mayores son sin duda deportistas tocados por la fortuna. En pocos deportes colectivos se gana tanto como en este beisbol.
Las cifras astronómicas que se les paga a los jugadores son comunes aún en los equipos de ciudades tan pequeñas como Cleveland.
Ni el futbol, el deporte más popular del mundo, tiene esta espectacularidad que exhibe el beisbol.
La reciente contratación del futbolista inglés David Beckham por 225 millones de dólares y cinco años para el Galaxy de Los Ángeles, es un hecho aislado, extraordinario, que no refleja la verdadera situación del soccer en Estados Unidos, donde los jugadores ganan menos que en cualquier otro deporte colectivo, incluyendo el hockey.
Además el beisbol tiene una ventaja sobre los otros deportes: es un juego de menor desgaste físico y se puede estar en el primer plano a los 40 años, o más como ha sucedido con casos como el de Nolan Ryan, Roger Clemens y otros.
Así empezará una temporada más, con los "chicos del diamante" en el centro de la atención americana, llenándose la bolsa de dólares e imponiendo un estilo de vida que todos envidiamos.
La razón es muy sencilla: al ser uno de los pasatiempos favoritos en el país más poderoso del mundo, nada en él puede medirse con modestia. Todo es grande, incluyendo los salarios. |