Envío una cordial felicitación a todos los lectores que nunca han trabajado como correctores de pruebas en un periódico o revista. Y doy un abrazo de comprensión y fraternidad a quienes, como en mi caso, han pasado por esa angustia.

Me nace este mensaje porque me lo inspiró la edición del lunes de El Imparcial, que en la pagina 2 publicó la nota “Arranca juicio de (del) caso Pegasus” y en la página de enfrente, la 3, la nota “Arranca juicio de caso Pegaso con testimonio de Aristegui”. Las dos informaciones son la misma. Lo único diferente es que usaron fotos distintas de la periodista Carmen Aristegui que, como víctima de espionaje supuestamente oficial, demandó al fabricante del software utilizado.

¿Sancionó la empresa imparcialera al que dejó pasar esa errata notable. Ojalá que no hayan sido severos. De por sí la conciencia de no corregir una errata es para uno fuente de remordimiento.

Otras dos notas casi idénticas publicó el mismo periódico y su filial “La i” el miércoles 6, con la información que dio el gobernador sobre los muchos artistas que participarán en el Festival de Álamos de enero. Este caso más bien me produjo extrañeza porque como no embona la nota cultural en un periodiquito dedicado a reseñar crímenes y publicar chicas de curvas pecaminosas con el mínimo de ropa.

Las erratas (e-ratas) ya podrían alcanzar para una antología de varios tomos. No recuerdo la fecha pero corresponde al tiempo en que Richard Nixon era vicepresidente. Hizo una visita a Colombia o Venezuela y se hospedó en la embajada de su país. Y hasta allá fueron los críticos de la política gringa y exigieron que Nixon se asomara al balcón. No lo hizo y entonces la multitud lanzó centenares de piedras contra el edificio.

El cabeceador de “Excelsior” quiso poner en la nota de 8 columnas “lapidaron la embajada de EE. UU,” pero le salió: “Depilaron la embajada” Que es otra cosa.