Al comenzar la década de los cincuenta del pasado Siglo, un grupo de muchachos solíamos cascarear en la cancha, ya desaparecida, de la Plaza 18 de marzo, hoy Lázaro Cárdenas. Llevaba la pelota un joven algo mayor que nosotros que se llamaba Guadalupe, y como se popularizaba entonces la canción que dice “Lupe Lupe por qué estás enojada?”, de inmediato comenzamos a decirle a nuestro joven amigo, Lupe-Lupe.

Un día tuvimos la grata noticia de que se estaba instalando una cafetería en la misma Plaza, cerca de la cancha. Y como al finalizar cada cáscara quedábamos sedientos, nos convertimos en clientes de aquella refresquería, atendida, entre otras muchachas, por una muy linda que se llamaba Alicia, Licha. Y sucedió que luego de echarse miraditas Lupe-Lupe y Alicia, se hicieron novios, y la pareja de convirtió para nosotros, los adolescentes, en Lupe-Lupe y Licha-Licha.

Dedico este inocente recuerdo a las Lupitas y Lupitos que hoy celebran su onomástico. Ojalá que cuando extiendan un huipil, una sábana, cualquier lienzo, lo vean lleno de rosas rojas.

¡A REELEGIRSE SIN VERGÚENZA!

Todavía no se sabe cuántos senadores, cuántos diputados federales y locales, cuántos presidentes municipales intentarán reelegirse el año próximo, pues falta buen trecho para que se abra el registro de candidatos, pero el número será muy! elevado pues ya lo es el de los políticos que ya anunciaron el propósito de repetir en el cargo.

Los ciudadanos estamos desconcertados. Creíamos que atender un cargo público era fatigoso, igual que buscar recursos para hacer obra, asistir a inauguraciones, cortar listones, apadrinar estudiantes, levantar el dedo para aprobar leyes, verse obligados a tomarse unas copas por compromiso social, leer de cuando en cuando un libro para disimular la incultura, y resulta que serán varios cientos de políticos los que lucharán para que los dejen chupar el hueso un poco más.

Con decirles que hasta la Lily quiere seguir de senadora… Pero la Ley permite que intenten la reelección. De modo que, adelante, ¡háganlo, sinvergüenzas!, ay, perdón, ¡háganlo sin vergüenza!