Se llevaron la estatua de Jesús García a un taller para limpieza, y de milagro se dio cuenta un reportero. Interrogó sobre su paradero a varios hermosillenses que no pudieron contestar sus preguntas, con excepción del cronista municipal que respondió vaguedades.

¡Eso les pasa por no haber comprado y leído mi obra “La saga de la cultura sonorense 1831-2020”!

El gobernador Luis Encinas promovió en 1966, ante el Congreso del Estado, una Ley que declaró a Jesús García hijo predilecto de Hermosillo y dedicó el Cerro de la Campana “monumento permanente a su memoria”. A eso se dedicaría de manera exclusiva.

Se lanzó una convocatoria para asignar al escultor triunfador el contrato respectivo pero no hubo respuesta de los artistas. El Legislativo reformó la Ley para el efecto de que el Comité encargado de festejar al héroe quedara en libertad de contratar sin concurso. El escultor Humberto Peraza presentó un proyecto que no fue aceptado y el Comité llamó al infalible Julián Martínez, creador de la estatua que ahora busca el reportero.

Para entonces habían pasado los dos años de gobierno de Biébrich y estrenaba la gubernatura Alejandro Carrillo. Fue inaugurado el 22 de mayo de 1977.

¿Por qué no se colocó en el Cerro de la Campana? Elemental, querido Watson. En 1968 el gobierno federal mandó colocar ahí la parabólica que permitió que pudiéramos ver las Olimpiadas en nuestras casas y ningún funcionario del Estado tuvo el valor de recordarle al Presidente que el Cerro ya tenía dueño.

El Tomo II de mi obra contiene tres libros, en el segundo de ellos, “Procesión de esculturas”, hallará usted la historia completa. Y con fotografías.