¿Solicitan audiencia con el Papa las candidatas para pedirle que les haga el milagro? ¿O sólo para la foto para colocarla en la sala y presumirá con los cuates o, lo que es más seguro, para olvidarla en un rincón?
Se explica uno que los jefes de Estado viajen al Vaticano para plantear asuntos específicos de interés común o para invitar al Santo Padre a que visite sus países respectivos. Pero éstas son sólo candidatas y una de las dos desaparecerá pronto sin pena ni gloria de la escena pública (¿no es así,, Xóchitl?
Son tan simples que han de creer que si los mexicanos católicos las ven con el Papa votarán por ellas. Ignoran que lo que dicen los mexicanos, con diferentes palabras (o palabrotas) pero con el mismo sentido es: ¿por qué dejan que estas viejas vayan a apartar al Papa Francisco de sus santos deberes?
LA MARCHA DEL FRACASO
Ayer a las 11 de la mañana (12 horas de la Ciudad de México) me pasaron imágenes de la Plaza de la Constitución, que se supone estaría pletórica de marchistas por “nuestra democracia”. A esa hora había en la plancha del Zócalo unos cuantos centenares de personas y tres perros flacos.
Al final de la jornada se informó oficialmente que habían asistido 700 mil capitalinos o sea que faltaron 300 mil para llenar la plaza. En los buenos tiempos de Cárdenas, cuando fue candidato, se concentraron un millón de individuos y entonces, de veras, se llenó El Zócalo.
El único orador fue Lorenzo Córdova que no agregó nada nuevo a lo que ya ha despotricado contra el Presidente. A muchos les llamó la atención la presencia de la mujer de Felipe Calderón, pero se exhibió como candidata a diputada federal. Le propongo que adopte como lema “Alguien tiene que trabajar en la casa”.
SE FUE LA ÚLTIMA DIVINA GARZA
En una época en que el teatro de Sonora enfrentaba serias dificultades, Carmen Alicia Espinosa y Lucarmen Galindo hicieron empresa y se llamaron Las Divinas Garzas. Luego se les agregó Sonia León (“Qué cura con este cura”, “Rosa de dos aromas” vienen a la memoria). Primero se fue Carmen Alicia, luego, el año pasado, Sonia. Y ahora Lucarmen. En mi libro “Ópera y teatro” aparecen juntas las dos últimas, muy guapas. Así las recordaré.
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