Este domingo la prensa publicó dos importantes noticias que, aunque separadas, es forzoso que las relacionemos. Por un lado se informó que las presas de Sonora se encuentran sólo al 22.3% de su capacidad, y por otro, que el presidente AMLO vino a inaugurar el acueducto que permitirá llevar agua a los yaquis desde la presa del Oviáchic (Álvaro Obregón).
El momento más emocionante de este tipo de inauguraciones se da cuando el que inaugura abre, manual o mecánicamente, la compuerta, y el agua sale en masa y gran velocidad a su destino. Los fotógrafos captan entonces imágenes de maravilla. ¿Sucederá o sucedió eso en la inauguración presidencial?
El arquitecto Enrique Flores López, que en paz descanse, me contó que cuando era director del organismo operador del agua, se le pidió al gobernador Alejandro Carrillo Marcor que inaugurara la instalación que permitía llevar el agua potable a la colonia Loma Linda, la más nueva de Hermosillo.
Flores López ordenó que se instalara en una loma del terreno la llave que abriría el gobernador, para que se viera desde varios puntos cómo brotaba el abundante chorro. Pero al hacer una prueba unos días antes de la ceremonia, no le pareció que el chorro en cuestión saliera con la fuerza y la presión necesarias para impresionar. Se le ocurrió entonces cavar lo suficiente para colocar bajo tierra, muy cerca de la llave, una bomba y agua suficiente que saldría con fuerza impresionante.
Y de veras fue impresionante, según las notas periodísticas de la época, el grueso chorro que cayó en la loma y que se fue extendiendo a los pies del mandatario. Además, don Alejandro, que era un orador excelente, dio comienzo a un discurso sin cerrar la llave, y el arquitecto calculó, angustiado, que en dos o tres minutos la provisión de agua escondida bajo tierra, se agotaría.
Se armó de valor y sin cuidarse de que se viera mal actuar mientras el gobernador hablaba, se dirigió a la llave y la cerró. Don Alejandro hizo una pausa y dijo con voz emocionada: “”Muy bien hecho, arquitecto, es obligación cívica de todos evitar el desperdicio del agua”.
Escribo esta columna antes de la inauguración del acueducto, y obviamente, no puedo dar detalles de la inauguración. Confío en que los funcionarios de Sonora habrán tenido la precaución de instalar, oculta bajo tierra, una bomba y su dotación de agua (creo que un millón de metros cúbicos sería suficiente) por lo que pudiera ofrecerse.