Entre la masa de iniciativas enviadas al Congreso para ampliar la democracia electoral directa y bajarle al monstruoso gasto que en cada elección deja temblando al país, una que nos haría feliz sería la eliminación de los diputados y senadores plurinominales.

Y será la que encuentre la más feroz oposición, sobre todo por parte de los partidos pequeños, que hubieran desaparecido hace tiempo si les hubieran cerrado el camino para ganar buena cantidad de dinero (las dietas) prácticamente sin trabajar.

Basta recordar que la Cámara de Diputados está formada por quinientos legisladores, doscientos de los cuales son designados por los partidos. En el caso de la Cámara Alta serían eliminados sesenta y cuatro senadores.

La creación de los pluris en el sexenio del presidente López Mateos le gustó a los dirigentes de los partidos, que repercutieron la reforma en las entidades federativas para que hubiera, como la hay, diputados locales de partido y ayuntamientos con regidores plurinominales. Los políticos por quienes ya no votarían los ciudadanos porque están hartos de ellos, se dan el lujo de regresar a las cámaras sin necesidad de gastar en campañas, y no sólo una vez sino cuantas les venga en gana.

Si la iniciativa del presidente AMLO prospera, tal vez el paso siguiente será la eliminación de pluris en las constituciones de los estados.

Estamos hablando de un ahorro gigantesco de dinero sin detrimento de la democracia, al contrario, tendríamos en las cámaras federales y locales, así como en los municipios, una democracia directa.

Y los partidos sobrevivientes no se verían obligados a tramar alianzas vergonzantes que son, realidad patrimonio privado de unos cuantos líderes mañosos.

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