Suzette en los billetes de la Lotería
Carlos MONCADA OCHOA
Domingo 3 de Marzo de 2024

Hay fiesta en los amantes de la Literatura porque viene una emisión de billetes de la Lotería nacional con una foto de la escritora sonorense Suzette Celaya Aguilar, autora de la novela “Nosotras”. Sin duda esto será motivo para que quienes no la han leído busquen el libro, y quienes ya la leyeron, la relean. No deberán hacerlo por el detalle de la Lotería sino porque es una gran novela.

Lo afirma un autorizado crítico en un artículo que publicó en InfoCajeme el 5 de diciembre de 2021. Este crítico y periodista es el único en todo el Estado que reseña los libros de reciente publicación, en esta ocasión porque, además, Suzette ganó el premio Concurso del Libro Sonorense 2020. Copio el artículo:

“No pocos han tratado el tema: la eliminación de tres viejos pueblos de Sonora, con todo y habitantes, para hacerle campo al progreso, en este caso, la construcción de la presa de El Novillo. Suzette obtuvo una maestría en El Colegio de Sonora con la tesis “Lo que E Novillo se llevó”, dato que me sirve para tocar la primera clarinada a los escritores de Sonora: hay que conocer a profundidad el tema que escogen para entrarle a una obra, cualquiera que sea el género literario.

Las protagonistas de la historia del desalojo y extinción son mujeres. Violeta viuda de Cuesta, la abuela, prestamista que no perdona adeudos y que propicia el suicidio de su hija con su desapego e incomprensión, y la nieta, una Violeta adicional que en su momento da a luz una bebé que no se “logra”: viene al mundo sólo para morir.

La historia comienza con el fallecimiento de la abuela y el regreso al pueblo de Fermín, enamorado de juventud de Violeta aunque no padre de la malograda bebé, un tipo de armas tomar cuyo linchamiento por las mujeres del lugar pone una nota ríspida en la acción. Sin la abuela, Violeta no sólo tiene que enfrentar sus problemas personales, sino además aguantar la presencia de los burócratas que presionan a los lugareños para que salgan del pueblo. Ante la mayoría que cede al ofrecimiento de dinero del gobierno, forma parte de una minoría que se niega a marcharse.

Pero cuando el agua comienza a subir, no vacila en tomar la decisión. En las páginas más apasionantes de la novela, con ayuda de un maduro caballero, presunto amante de la madre suicida, cava en las tumbas de ésta y de su bebé y extrae los huesos de ambas… Y me abstengo de contar el final porque no puede dimensionarse en justicia esta obra literaria si no se ha leído desde el principio.

Aplaudo el tino con que la autora traza la idiosincrasia de los serranos sonorenses, no con la repetición de términos cheros y palabras artificiosamente deformadas (“el buqui bichi”, “se había arrejuntado con fulana” y esas tonterías), sino con las actitudes, el ocultamiento de secretos amorosos que todo el pueblo conoce, la afición al chismorreo, el deleite por la naturaleza.

Aparece esta novela bien escrita en una época en que los autores inventan “recursos” y trastocan tiempos narrativos que generan confusión. Y no quiero hablar de quienes ensucian el lenguaje y atropellan el buen gusto del lector” Hasta aquí la reseña que en la fecha citada publicó en este espacio Carlos Moncada Ochoa.

carlosomoncada@gmail.com

 
 

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