El descrédito del PRI Sonora
Angélica Beltrán
Viernes 08 de Mayo de 2009

Sería prematuro considerar que el PRI  perderá el gobierno del estado de Sonora en las próximas elecciones; por el hecho de que un sólo hombre –Eduardo Bours- eligió al candidato del tricolor, sin mediar en esa decisión práctica democrática alguna.

La alta posibilidad de que el PRI pierda el gobierno estatal es una apreciación extendida entre grupos priistas sonorenses, que critican en silencio o levantando la voz, el estilo particular de operar del empresario que gobierna la entidad; convencidos de que en los nuevos tiempos del renovado PRI, el dedazo debe quedar erradicado so pena de fenecer.

Nada más erróneo que esa percepción; ya que no sólo el PRI continúa ejerciendo prácticas alejadas del ideal democrático; sino que inclusive, el resto de los partidos emblemáticos hacen uso de ese recurso, por ser la manera común de “trabajar” en la política nacional.

La pantalla con que se muestra el PRI, de vientos de cambio y renovación, no es  más que eso, una pantalla que busca ocultar la tradición que sigue vida del dedazo y la imposición de candidatos, por ordenamiento del jefe mayor.

  El Estado de Sonora no fue la excepción, no obstante las denuncias e inconformidades de los aspirantes en la contienda interna, que reclamaron inequidad, falta de transparencia y dados cargados a favor del “candidato oficial”; pues las cosas se hicieron como lo dispuso el jerarca priista del estado, el gobernador Eduardo Bours.

Ni la presidenta del Comité Ejecutivo Nacional, Beatriz Paredes logró detener al gobernador que se volcó de manera abierta, y respaldado en la estructura y recursos del estado, a apoyar a su candidato; a pesar de que esto desacreditaba el proceso interno.    

La líder tlaxcalteca no atendió las peticiones de los aspirantes Ernesto Gándara, Julio César Córdova y Carlos Zatarain, de detener la “masacre” dentro de la contienda interna; sabedora de que la propaganda del “Nuevo PRI del S. XXI” no es más que un discurso dentro de la estrategia para relanzar al partido, y no una realidad.

Así, con la mano en la cintura, el gobernador Eduardo Bours hizo uso de la estructura del gobierno del estado para apoyar la campaña de su candidato: Alfonso Elías; además de que con recursos públicos pagó publicidad en los medios de comunicación de prensa, radio y televisión, para elevar la imagen de su abanderado.

Las irregularidades que de principio a fin se sucedieron en la campaña de Elías Serrano, operada desde el gobierno estatal, no tendrán sanción, pues se insertan en un marco de prácticas comunes y “aceptadas” desde la cúpula misma del partido.

Aunque no así por los “afectados”, los contendientes; a quienes se les hizo creer lo contrario: apertura en el PRI, demostrada con el proceso interno, primero; y en segundo lugar, una garantía de transparencia y equidad.

Las prácticas que incluso están prohibidas en los estatutos del PRI y que se ejercieron a la vista de todos en Sonora, no tendrán, de aquí en adelante, más que un sentido anecdótico.

La conformación de las mesas de casilla receptoras del voto, con más del 60 por ciento de funcionarios estatales, la no utilización del padrón electoral ni la lista nominal en la elección interna del PRI en Sonora, fueron acciones contrarias a la imagen que busca resaltar el partido a nivel nacional, de ser un partido democráticamente renovado.  

Y como si el tiempo no pasara en la entidad, se registró el pasado 8 de marzo el llamado “carrusel” consistente en el llenado arbitrario de las listas nominales. Esta vez con representantes de la estructura del gobierno, que apoyaron irrestrictamente al candidato del gobernador.

Los resultados de la elección interna no podría sorprender si tomamos en cuenta los elementos anteriores: 2 votos del candidato de la estructura del gobierno del estado contra 1 voto del candidato de oposición.

Las denuncias ante la Comisión Nacional de Procesos Internos del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, acreditando las irregularidades del proceso interno, por parte del aspirante Carlos Zatarain, fueron acalladas por los lideres de las bancadas en el Senado y la Cámara de Diputados; para que la impugnación no se llevara hasta sus últimas consecuencias, el Tribunal Federal Electoral.

A razón de que una impugnación en el Trife podría conllevar a considerar nulo el proceso interno para elegir candidato del PRI al gobernador de Sonora; además del descrédito para el PRI a nivel nacional y estatal, por el “cochinero” que no sale a la luz pública, pero que sí existe.

La intervención del gobernador no se limitó al respaldo y consumación del triunfo de Elías Serrano como el candidato del PRI al gobierno del estado, sino que además elaboró las listas de los candidatos a diputados y presidentes municipales, dejando fuera a militantes probados, a cambio de amigos; no obstante la falta de popularidad e incapacidad de éstos, en muchos casos.

Toda esta práctica en Sonora se explica porque el gobernador Eduardo Bours ha aprendido bien el negocio de la  política mexicana; del mando vertical, autoritario, “arbitrario”. Que lleva al mandatario a elegir, en función no de capacidades sino de lazos de consanguineidad o amistad,  a la siguiente casta de políticos.

Bours Castelo, lo sabe bien, en el negocio de la política la democracia es sólo parte de un discurso y no de una realidad; de ahí que sus prácticas que muchos “engañados” ven como flagrantes faltas a los códigos escritos; son el pan nuestro de cada día, dentro de las reglas no escritas del juego dentro del sistema político mexicano.

 
 

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