Ya desde los debates del 2018 se había advertido lo que este domingo se hizo evidente en el debate Álvarez-Gálvez-Sheinbaum: El formato del evento no da para más, no propicia una verdadera confrontación de propuestas y críticas.
Son demasiadas preguntas para ser respondidas cada una en un tiempo corto, también es muy poco el tiempo que tienen los participantes para exponer su proyecto de gobierno y la confrontación al tú por tú está demasiado ajustada, sólo para reiterar frases ya muy dichas en los días anteriores, sean las críticas de Gálvez a Sheinbaum, de Sheinbaum a Gálvez y las de Álvarez a la vieja política.
Fueron dos horas de señalamientos que ya son lugares comunes, de tiempo aprovechado para reiterar cada quien que es lo mejor habido y por haber.
Ahora cada partido saldrá a proclamar el triunfo de su candidata(o) en el debate pero a la gente eso no la conmoverá.
Sólol vimos esta noche candidatos y partidos eclipsados por una dura realidad de México que espera mejores propuestas, ideas y proyectos a los presentados en este aburrido y rígido debate.