Mientras cuatro de las cinco fórmulas de Sonora para el Senado andan en campaña prácticamente de la mano, aparecen varón y mujer juntos en murales de propaganda y en las fotos de la prensa, los integrantes de la quinta fórmula van cada uno por su lado como si buscaran un destino común.

Manlio Fabio Beltrones hace su juego bien planeado con base en reuniones con sectores específicos cuyos problemas conoce y analiza tan bien como los dirigentes de esos sectores, y Lilly Téllez anda sin rumbo, asomando por aquí y por allá, como loquita.

Según parece, adoptó la táctica de repetir lo que Beltrones dice para dar la impresión (¡imposible!) de que están de acuerdo. Hace varios días declaró el ex gobernador que no se opone al proyecto de reubicar las vías de ferrocarril que representan peligro en Nogales, pero sí exige que se le dé transparencia, pues no está claro cuánto costará, cómo se pagará y otros datos fundamentales.

Pues ayer apareció en la prensa una declaración igualita a la de Beltrones repetida como lora por la Lorita Téllez, para dar hacer creer que los candidatos de la fórmula marchan a compás. Es claro que Manlio Fabio no repetirá en público una frase del presidente AMLO, pero nadie se extrañaría de saber que ante esta situación se le oyera decir en voz baja: “No somos iguales”.

LAS FIESTAS DEL PITIC

Van para los veinte años las Fiestas del Pitic fundadas por Dolores del Río, que ocupaba el cargo al que ahora pretende regresar: la presidencia municipal. Estaba tan cerca la elección de Ayuntamiento, como lo está ahora, y yo fui de quienes pensaron que el objeto de esas fiestas era darle circo a la gente para atraer votos.

Haya existido esa intención o la hayamos imaginado, las fiestas prendieron y, salvo la temporada de la pandemia, la población ha tenido diversión de calidad gratuita en lo que constituye ya una tradición. Si funciona el mecanismo para atraer votos a las urnas no será el beneficiario el señor Astiazarán, que no tiene vela en el proyecto, sino Dolores del Río, la fundadora.

Las fiestas no sólo implican la responsabilidad de organizar buenos programas en espacios clave, sino también otras menos agradables pero necesarias, como cuidar el movimiento de la multitud que acude, la circulación de miles de vehículos, la seguridad para los paseantes y mil detalles. Pero si cada vecino colabora con su recta conducta con las autoridades, todo saldrá de perlas.

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