La tecnología de la comunicación está siendo utilizada a plenitud por los partidos políticos en campaña. Sin embargo, algo sucede con el estilo de esas campañas pues a pesar de la modernidad de la tecnología, resultan aburridas.

Al abrir el periódico, el estómago se le revuelve al lector ante tantas declaraciones de los candidatos, vacías y manoseadas, las sonrisas forzadas y las poses cien veces ensayadas para los fotógrafos, y toda la información apretujada en dos páginas porque los dueños del periódico son demócratas y no pueden resignarse a dejar fuera un cliente, no, no, perdón, un candidato.

Los discursos son por lo general buenos pues deben haber sido escritos, o al menos revisados, por expertos. Sin embargo, la gran mayoría de los candidatos no sabe leer y creen que cuando hacen promesas deben gritar para convencer a sus oyentes. No convencen ni a los miembros de su partido, menos a los apartldistas que se acercaron a la bola por simple curiosidad de desocupados.

Creo que las campañas son aburridas por la concurrencia de varias causas, pero principalmente por ésta: que los candidatos no han cambiado mientras que los electores hemos cambiado desde el extremo de la credulidad, antes, al extremo del más completo escepticismo, hoy.

Si los partidos que lograron detentar el poder absoluto de la Presidencia andan ahora desinflados, para no decir que agónicos, ¿cómo confiar en que recuperarán las glorias de ayer? Y no menciono al PRD, el partidito que apoyó como candidato a quien ahora es Presidente de la República y desaprovechó su única oportunidad.

Lamento agregar que esta situación negativa para los candidatos de oposición no se vuelve automáticamente positiva para los candidatos de MORENA. Salvo buen número de candidatas que llaman la atención por su belleza, la mayoría de los candidatos son desconocidos por la masa de ciudadanos. Los morenistas han alimentado sus sueños de triunfo con base en la popularidad y el carisma de López Obrador. Pero el imán que atrae a la gente se agotará pronto. MORENA requiere apuntalar sus triunfos de hoy en una filosofía política que le enseñe a obtener triunfos en el futuro.

Como los músicos que sólo tocan “de oído”, creen que ya son políticos porque de chiripa desempeñaron un cargo. Esa es la política con minúscula. Les falta titularse en Política.

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