Desde 1859 hay testimonio de aurora boreal en Sonora
Sergio Anaya
Domingo 12 de Mayo de 2024

Las auroras boreales nos han sorprendido en estos días y quien puede hacerlo madruga a las 4:00 de la mañana, sale de casa y de la ciudad esperando presenciar esta bella manifestación de la naturaleza cósmica.

No es la primera vez que aparecen auroras boreales en estas latitudes. Hace 125 años, el 1 de septiembre de 1859, el diputado alamense Bartolomé E. Almada relató en su diario la aparición de un fenómeno similar aparecido en la Sierra de los Frailes, con vista hacia el sur de la plaza de Álamos.

Así describió Almada el extraordinario suceso:

"1 de septiembre de 1859

La aurora boreal, que había sido observada el 28 del mes pasado, apareció gradualmente de nuevo desde a las nueve de la noche, pero el primero fue solo un precursor de esta última. Estaba sentado en un banco en la plaza desde que comenzó hasta aproximadamente la una de la mañana, y la luz iba extendiéndose hasta cubrir todo el norte, avanzando hasta llegar muy lejos hacia el este y el oeste, de modo que más de la mitad del globo era como un horno ardiente que iba más allá del cenit. Entonces apareció en el norte un arco muy brillante de azul cielo, y el resto era de color llama; después de eso surgió un rayo luminoso, que se extendió por todo el cielo, y más y más siguió, como si alguien tocara las teclas de un piano, y la aurora se volvió más hermosa. La noche era como el amanecer; los edificios parecían indistintos, todos iguales a lo lejos, como si el sol fuera a salir, y parecía como si se rompiera a partir de ese arco. Las personas podrían ser reconocidas desde muy lejos vistos a media luz, que era como el amanecer. Esos rayos, que formó una especie de aureola, se desvaneció y apareció de nuevo intensamente, para desvanecerse y reaparecer con mil cambios hasta la hora mencionada. A partir de entonces los rayos se fueron y, sin embargo, la atmósfera se hizo más brillante, invadiendo casi toda la bóveda del cielo, que parecía hierro al rojo vivo hasta que amaneció. Tal era el color ardiente de la luz, que incluso se sentía cálido. Desde la una de la mañana hasta el amanecer lo observé desde mi cama".

 

*Traducción libre de Josué Barrera. Ejemplar de la Biblioteca del Septentrión.

 
 

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