El candidato Manlio Fabio Beltrones, campeón de la Justicia y la Verdad, será quién desenmascare a los culpables de la tragedia de la guardería ABC. No lo han podido hacer cuatro presidentes y otros tantos gobernadores por temor Dios sepa a quién o por ineficiencia, pero él podrá. Ya anunció cómo a los papás y mamás heridos de dolor.
Una vez instalado (otra vez) en su escaño del Senado, promoverá la integración de una comisión interparlamentaria para que investigue quiénes son los responsables y, naturalmente, les caiga todo el peso de la Ley, como escriben los reporteros de notas policiacas. ¿Y qué hará para que la Cámara de Diputados acceda a formar parte de la comisión y sea ésta de veras interparlamentaria? Elemental, querido Watson, la familia Beltrones se especializa en posiciones legislativas plurinominales y por esa vía también Sylvana Beltrones hará su entrada triunfal a la Cámara baja. Formarán equipo.
Si la tragedia de los niños ocurrió hace quince años, ¿por qué hasta ahora decidió el ex gobernador meterse en la armadura de don Quijote y deshacer el entuerto? ¿No ocupó, en esos tres lustros, cargos importantes como diputado, senador, presidente de su partido cuando todavía lo llamaban “invencible”, cargos desde los que pudo organizar la cruzada de la justicia?
Este columnista no tiene la respuesta de esas preguntas. Quizás en esos quince años se dedicó a estudiar la estrategia adecuada para ajustar las cuentas al que (o a los que) se han burlado de la justicia creyendo que jamás pagarían su delito.
Y lo más admirable es que Manlio Fabio y su hija dejan en claro, al anunciar que el propósito central de sus campañas es que se haga justicia, no acumular poder, ni mucho menos cobrar jugosas dietas. Y eso que saben que habrá muchos de errónea percepción política que pensarán que la promesa es sólo un escalón político; muchos que opinarán que el desnutrido PRI de hoy no será capaz de lograr la formación de la comisión y que, aunque llegare a integrarse, no garantizaría una investigación aceptable.
Son muchos los que en este momento creen que ilusionar otra vez a los padres que perdieron a sus hijos es una sangrienta crueldad. Son muchos que piensan como estoy pensando yo al poner punto final a esta columna.
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