Cuando el veracruzano Miguel Alemán fue candidato a la Presidencia, yo no estaba aún en edad de votar. Pero como enfrente de mi casa había una casilla y el día de la elección andaba merodeando por ahí, escuché que un señor de sombrero decía a otro: “Es increíble que vengan a votar muchos por éste que se apellida Alemán si apenas hace un año los alemanes hacían matazones en la guerra”

Parece cosa de chiste pero dada la idiosincrasia del pueblo mexicano, un apellido raro puede ocasionar pérdida de sufragios. No hace mucho que el PRI lanzó a un desangelado candidato apellidado Meade, y bastantes priistas (y más no priistas) se hacían bola con la pronunciación: ¿Mid o Mide? Bueno, el tipo perdió.

Pero un apellido, si es super usado y no se le utiliza con el agregado del materno, como que pierde personalidad. ¿Cómo le suenan a usted estos enunciados: presidente Adolfo Ruiz, Presidente Adolfo López, presidente Gustavo Díaz, Presidente José López Les hemos tachado el segundo apellido: Cortines, Mateos, Ordaz, Portillo.

Claro que a no pocos les ha sido suficiente un apellido, como Echeverría, Salinas, Zedillo. Fox, y deberá serle suficiente también a nuestra próxima Presidenta, pues si Sheinbaum es difícil de pronunciar y de escribir, no se verá mal si nos ponemos confianzudos y por tratarse de una mujer nos acostumbramos a decirle Claudia, simplemente. Es un nombre dulce, además.

POR QUÉ NO VOTARÉ POR ASTIAZARÁN

Antes de que se definieran las candidaturas a presidencias municipales anuncié en este espacio que no votaría por quienes, siendo aún alcaldes, intentaran seguir cobrando en el cargo. De modo que el de Hermosillo quedó eliminado por lo que me corresponde.

Pero hay otros motivos para rechazarlo: que no ha aprendido a sonreír con naturalidad y no inspira confianza, por ejemplo, y por uno que me atañe directamente.

En septiembre de 2006 tomó posesión de la presidencia municipal de Guaymas y asistió a la ceremonia el gobernador Eduardo Bours. Yo estuve ahí por el interés periodístico de escuchar a Bours y aproveché para llevar un lote de libros que doné a las bibliotecas del puerto.

Al concluir la ceremonia, no hice fila para felicitar a Astiazarán, que no era mi amigo ni el motivo de mi rápido viaje a Guaymas, pero pasé por su oficina y le dejé los libros donados pidiéndole que alguno de sus subalternos los entregara, y otros de los que soy autor para él, con mi deseo de éxito en su gestión. Nunca recibí una llamada telefónica o una nota de agradecimiento, o al menos una llamada de un funcionario menor en su nombre. Recomiendo no cargar con un alcalde que no tiene idea sobre buenos modales.

carlosomoncada@gmail.com