Carta a la maestra que me enseñó a leer (2)
Carlos MONCADA OCHOA
Lunes 5 de Agosto de 2024

Profa. Elvira Márquez. 

Reunimos, pues, 4 mil piezas (libros, colecciones de revistas y de periódicos, pinturas) para instalar, en memoria suya, querida maestra, la Biblioteca Cultura Sonorense. Yo la soñaba en aumento incesante en un local que desde el principio de la tarea solicitamos a la Secretaría de Educación y Cultura, y lo veía visitado por sonorenses y turistas, que consultarían los libros donados por la Universidad de Sonora, El Colegio de Sonora y el gobernador del Estado, además de los obtenidos por donación de particulares. 

La Universidad no donó un solo libro. Los que hay en el acervo, y docenas de ejemplares de la Revista Universidad y de la Gaceta Universitaria (que han dejado morir) provienen de mi biblioteca personal. El Colegio de Sonora no se dignó contestar al oficio con el que solicitamos su apoyo. Y la carta que dirigimos al C. gobernador del Estado con informe de los avances de nuestro proyecto y la petición atenta de un donativo FUE CONTESTADA AL AÑO SIGUIENTE con una negativa disfrazada. 

En abril de 2023 mi casa estaba inundada de libros ajenos. La directora general del Instituto Sonorense de Cultura me propuso que instaláramos la Biblioteca Cultura Sonorense dentro de otra biblioteca, la “Jesús Corral Ruiz” de Ciudad Obregón. Ante la desdeñosa indiferencia de la Secretaría de Cultura  no hubo más remedio que aceptar. Pedimos que se colocara una cartulina con los nombres de quienes donaron libros (unas 50 personas) y la anotación de que el acervo está dedicado a la memoria de mi profesora Elvira Márquez. 

Y he aquí que con fecha 29 de febrero de 2024, con casi un año de retardo, llega el oficio de la Directora General de Atención Ciudadana del Ejecutivo del Estado, Karla María Villanueva, informando lo que habíamos hecho 9 meses atrás:  el acervo reunido había sido acomodado en mayo de 2023 en la Biblioteca de Ciudad Obregón. Ni una palabra sobre la donación de libros de autores sonorenses que habíamos pedido. ¡Aquello fue grotesco y ridículo! 

Los escritores que participamos en este esfuerzo quedamos obligados, mientras tengamos vida, a seguir donando libros a la Biblioteca Cultura Sonorense. Tengo en mi poder 160 volúmenes, cedida la mayor parte por el doctor Francisco González. He pedido en dos ocasiones al Instituto Sonorense de Cultura que los recoja y los lleve a Ciudad Obregón y me han dicho que sí, nada más lo han dicho. Yo veré qué hago para entregarlos. No voy a rajarme sólo porque tengo 90 años encima y no puedo caminar. 

Con amor y respeto dirijo a usted, la mujer que me enseñó a leer y escribir, hasta donde su alma descanse, este mensaje. No dejaré de luchar para que su nombre se perpetúe. 

carlosomoncada@gmail.com 

 
 

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