Entre los periodistas y comentaristas de los medios en general que le niegan méritos a AMLO hay dos o tres que se apenan y tratan de mantener una brizna de dignidad, pues luego de asegurar que el gobierno de salida tiene mil cosas negativas, reconocen que logró cinco o seis grandes aciertos. Pero los restantes opositores le niegan al Presidente de manera absoluta todos los avances, para ellos no hizo nada, nada, nada bien.
Y si uno les pone en las narices el incremento al doble del salario mínimo, el apoyo bimensual a hombres y mujeres de la tercera edad, la rebaja de sueldos a los funcionarios, los hospitales construidos, la austeridad, etcétera, cierran los ojos y se empecinan en que todo, todo, estuvo mal.
Este fin de semana el columnista archiconservador Catón, cuya columna publica en Sonora El Imparcial, y que es muy buscada por los chistes léperos que combina con perversas observaciones políticas, contó lo que ya sabemos: que los gobiernos anteriores estaban hundidos en la más pestilente mierdicorrupción y que salían comaladas de millonarios cada sexenio. Pero pese a ello, agrega, entonces la gente estaba satisfecha. ¡Qué poca madre justificar el latrocinio, el fraude, la mugre moral en que presidentes, gobernadores y sus gatos han mantenido a los mexicanos!
Sin dejar de señalar estas monstruosidades, creo que a los ciudadanos que amamos a México nos hará bien, más que indignarnos y enfurecernos, reírnos de estos sinvergüenzas, como lo hizo en su informe al pueblo el presidente López Obrador. Se burló varias veces de ellos y a los ministros y jueces que luchan por conservar sus privilegios, los puso en ridículo con la encuesta a mano alzada que llevó al cabo en medio de la lectura.
Estas reflexiones no implican que yo recomiende no leer a Catón. Se pueden leer los chistes (no los niños porque la mayoría son inmorales) saltándose las líneas en que hable de política.
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