En varias columnas he comentado algunos de los grandes avances que ha hecho realidad el presidente López Obrador en beneficio del pueblo. Pero me ha faltado mencionar uno que es un verdadero regalo pues no estaba obligado a dárnoslo el Presidente, y que se deriva de su interés en abrir las puertas de su gabinete a las mujeres.
Como nunca se dio acceso a las mujeres al gabinete de primera línea, al gabinete ampliado, a las candidaturas a las cámaras legislativas, a los gobiernos de las entidades federativas y a posiciones administrativas. Y el regalo especial consistió en que buen número de esas mujeres son hermosas.
¿Cree el Lector que esta observación es frívola?
Piense cuán diferente es enfrentarse como ciudadano a una funcionaria inteligente pero de cara avinagrada y poco favorecida por la naturaleza o encontrar en la oficina pública a una funcionaria inteligente y, además, hermosa, como, ¿doy un ejemplo?, ¡como Luisa María Alcalde, secretaria de Gobernación!
Entró a la Cámara de Diputados como fresco aire de primavera, juvenil, vestida con buen gusto, sonriente, el día primero, a entregar el informe del Presidente, y pronunció un estupendo discurso en el que sintetizó los cambios operados en México durante el sexenio que termina. ¡Qué mujer! Coreó con los diputados de MORENA el grito de guerra “¡Es un honor estar con Obrador!” Yo me equivoqué y me salió: ¡Qué alegría admirar a Luisa María!
Ya nos veremos, Ángel Martínez Rangel
En mayo de 1963, cuando comenzó la vida de “El Sonorense”, conocí al periodista Ángel Martínez Rangel, que vino de México a ocupar el cargo de Jefe de Redacción. Poco después coincidimos en otro nacimiento: el de la Colonia del Periodista, en donde fuimos vecinos cercanos.
Ángel fue un soldado sin tacha en el cumplimiento de sus deberes; puntual, pulcro y atinado en el manejo de la información, servicial con sus compañeros, leal a la empresa y al director Carlos Argüelles. Cuando volvió a la Ciudad de México supe que se había agregado durante un tiempo a la mesa de redacción de “El Universal”. Me dio un gusto enorme encontrarlo una vez en la oficina de Carlos Argüelles, director entonces de Relaciones Públicas del Departamento del D. F.
Su hijo me notificó que su padre murió el pasado 9 de agosto. Mientras viva, lo recordaré con afecto.
carlosomoncada@gmail.com