Partidos políticos: Resurrección o reencarnación
Raúl H. Campa García
Lunes 14 de Octubre de 2024

Cuando la política promete ser redención, promete demasiado. Cuando pretende hacer la obra de Dios, pasa a ser, no divina, sino demoniaca. Su Santidad el Papa Benedicto XVI. (Baviera, Alemania 1927- Vaticano 2022).

Dejando de lado las creencias religiosas, en referencias a los principales partidos políticos de el país, se les puede, en cierta manera, aplicar estos dos términos del subtítulo de esta columna semanal, que vuelve estar muy ad hoc, en éstas últimas dos décadas, por los “cambios” de las dirigencias de algunos Institutos políticos.

Antes de definir brevemente estos conceptos, se acepta que los partidos políticos son el medio legal que se utiliza para tratar de llegar al poder. Recalco, el “oficio” político se ha convertido para la mayoría en un “modus vivendi”, aun disfrazándose como buenos samaritanos, de un gran porcentaje “del pueblo jodido”, pero que lo mantienen temporalmente contento, sobre todo en tiempos electorales.

Resurrección y reencarnación son dos conceptos, que, algunas personas se confunden dándole el mismo significado. Ni en su definición en la doctrina religiosa, son conceptos muy distintos; son excluyentes una de otra.

Resurrección: Significa resurgir, volver a la vida. Jesús, resucitó porque murió y, al tercer día, volvió a la vida en su mismo cuerpo (ver varias citas bíblicas). De acuerdo con la doctrina cristiana, el cuerpo de Jesús resucitado es un cuerpo semejante al que recibiremos al final de los tiempos. Es la vida eterna profetizada.

Reencarnación: Es una doctrina espiritista que no posee ninguna base bíblica, ni está amparada en la Tradición ni en el Magisterio de la Iglesia, por lo tanto, no puede ser aceptado por los cristianos. En este concepto, el espíritu fallecido asumirá un nuevo cuerpo para purificarse, de toda culpa y pecados de su otra vida.

Transpolando, con todo respeto del concepto religioso de la resurrección, a la política partidista de origen o fundacional: ¿por eso tendremos muy pocos político resucitados del PRI y algunos del PAN? Pero ninguno de estos murió crucificado. Al convertirse en “herejes de su doctrina – si es que llegaron a conocerla- reencarnaron en otros entes, jamás resucitaron.

La reencarnación, según su significado, es asumirse en un nuevo cuerpo para purificarse de toda culpa y pecados. ¿Esto último no les suena, adaptándolo a la vida política, a cierto Movimiento de Regeneración?

Aplicando ambos conceptos, si se quiere ver, en forma de chusca analogía (relación de semejanzas entre dos cosas distintas), Los partidos pueden, si se lo proponen sus militantes, resurgir “a la vida” basada en sus doctrinas políticas o principios fundacionales. O quizás, con herética actitud, reencarnen en otro ente político.

El PRD o lo que queda de este partido, tal parece que reencarnaron en dos formas: como la película Walker Death (caminando muertos), caminaron como zombis, quedan pocos, otros buscando ser redimidos de sus pecados veniales políticos se reencarnaron totalmente en MoReNa. Al parecer ya no hay manera de resucitar: ¿sería por su herejía de su gestación?

Lo mismo les está pasando a los PRIistas, los pocos que quedan realmente vivos, tal vez sus mismos militantes que reencarnaron en zombis, les van a comer su masa encefálica; otros reencarnarán sin pudor en el Movimiento de Regeneración; algunos, por cierto, muy viejos para regenerarse (Ignacio Ovalle, Manuel Bartlett y otros, caminan muertos). Otros lucharán quizás con la poca fe que les queda para resurgir, o resucitar al partido.

A los del PAN, algunos militantes, quizás contagiados por el virus de las vacas locas (enfermedad de Creutzfeldt-Jakob), reencarnaron en MoReNa, como pecadores veniales, porque a la mayoría de estos “reencarnados” el Partido fue bondadoso con ellos, y sin embargo lo traicionaron como viles Judas Iscariotes (con Chayotes). Otros también reencarnaron, pero solo deambulan en sus filas por algún taquito de sesos como dádivas… escribí bien: sesos, no de esos), que los mantiene en la esperanza de una difícil “sanación” política.

Cierto que hubo varios arrepentidos y como “de los arrepentidos será el reino de los cielos”, tal cual hijo pródigo, regresan al seno del hogar primigenio, sumándose a las huestes de los creyentes de la resurrección del partido, pero previniendo falsos apóstoles de la política, que en grupúsculos basados en “cuatismo” y otras prácticas con tintes nepóticos, quieren convertirse en eternos reyes dinásticos “persécula seculorum”.

Si siguen con esa actitud, de no aceptar el sacrificio de la “No Reelección”, y aún imponiendo algún alfil de la misma dinastía, la resurrección del Partido será difícil y, en lugar de tener un “fallecimiento” (desistimiento) digno, habrá la posibilidad de un surgimiento de la vida democrática del Partido, con una militancia por convicción y compromiso ciudadano, solo así se resucitaría. “No hay diotra”.

El multipartidismo que existe en México se ha formado por la escisión que ha habido dentro de los partidos. La mayoría son rémoras con tintes mercenarios del Partido que gobierna en turno. Sus dirigentes de estos se han convertido en reyes dictatoriales que en la mayoría son reencarnaciones de otros partidos (PRI, PSUM, etcétera). Tanto el MC como el PT, y otras menudencias, fueron formados por “apóstatas”, cadáveres del PRIismo, que solo les quedó reencarnar en esos partidos oportunistas e inútiles.

Mientras los políticos se enfrascan en llegar al poder, la inseguridad se ocupa en joder. ¿Oigan, y el Rocha Moya?

 

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