No es nada nuevo ni sorprendente. El espionaje es una actividad ordinaria entre países que convergen o tienen intereses opuestos y en el caso de la relación México - Estados Unidos esto ha sido una constante histórica.
De una u otra manera, a veces con intensidad según el momento histórico y en otras ocasiones nada más "por si acaso", los gobiernos de EU han espiado a México como a muchos países más que están en su esfera inmediata de intereses.
Sólo que ahora lo hacen con aviones de tecnología sofisticada como los que usaron para localizar y asesinar a Osama Bin Laden, así como a otros objetivos de "seguridad nacional" para ese país.
Desde hace unos días los aviones espías norteamericanos merodean el espacio aéreo mexicano e incluso se introducen en él y la pregunta lógica es: ¿Tanta desfachatez es parte de los acuerdos surgidos después de la llamada Trump - Sheinbaum?
Todo indica que así es pues el gobierno de México ha tratado de justificar o quitar relevancia a lo que es un hecho evidente: Esos aviones están acopiando información sobre los grupos delictivos a los que consideran terroristas, y con esta definición se sienten obligados a buscarlos, encontrarlos y masacrarlos.
O darle la información precisa e inobjetable al gobierno de Sheinbaum para que haga el trabajo. Esto es lo que se llama colaboración, no violación de la soberanía. Que quede claro.
También por otra parte hay un sector amplio de la sociedad mexicana que pide acabar con la violencia de la delincuencia organizada sea como sea. El fin justifica los medios.