La vida por un selfi
Oleg Yasinsky
Martes 18 de Febrero de 2025

Si tuviéramos que elegir un elemento que representa el cambio radical en el estilo de vida y la manera de ver las cosas, el que más diferencia a las generaciones de hoy con las de solo hace un par de décadas, sería, sin duda, el teléfono móvil conectado a Internet. Más que un artefacto, ahora es una imprescindible extensión de nuestros cuerpos, que, supuestamente, nos conecta con el mundo, pero desconectándonos de nosotros mismos. Si a alguien se le ocurriera confeccionar la enciclopedia completa de cómo manipular al ser humano, en el diseño de su carátula tendría que aparecer la imagen de un 'smartphone' y las manos de su propietario feliz, sacándose una selfi.

Un celular con internet se convierte en una especie de droga, la más potente, que controla mentes, sentimientos y deseos y vende incluso cuando se supone que no vende.

Nos destruye no sólo el tráfico de armas, de drogas y de seres humanos. En el mundo virtual, el que habita en la ventanita de unas cuantas pulgadas acompañándonos ya de por vida, están las gigantescas industrias de juegos, de porno, y de apariencias de todo tipo, las que nos hacen adictos e incapaces de relacionarnos con otras personas, porque "los humanos no son tan entretenidos", como nos explicará cualquier ludópata. Nos enferman, nos mutilan, nos castran, nos matan. Igual que la gran mafia farmacéutica mundial nos hace dependientes de las drogas, las pantallitas celulares nos hacen dependientes de las imágenes, sensaciones y relaciones que, en realidad, jamás existieron.

Aparte de enfermarnos, nos construyen el pensamiento político, los gustos estéticos y nos generan la ilusión de saberlo todo, porque Wikipedia lo dice…

Es increíble ver que el pensamiento humano, que nos sacó una vez de las cuevas, y nos entregó estos milagros tecnológicos quede ahora a merced de un sistema cavernícola y obsoleto que concentra toda la riqueza, el poder y el conocimiento en un puñado de seres con ayuda de grandes tecnologías, que en estos tiempos nos está devolviendo a las cuevas de la imbecilidad y de la ignorancia suprema.

¿Cómo recuperamos nuestras verdaderas caras de ese estrecho marco para selfis que nos impusieron?

 
 

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