Una encuesta realizada en el fin de semana para medir la preferencia pública entre 24 líderes de 24 países, han dado el segundo lugar a la presidenta Claudia Sheinbaum con el 81 por ciento de la población. Es una marca muy alta para cualquier momento, pero especialmente en la difícil coyuntura que vive nuestra Patria ante las amenazas del desquiciado presidente gringo.
El votante en esta encuesta con seguridad tomó en cuenta que las dificultades que nos rodean de ninguna manera son culpa de la mandata, también la forma digna y valiente con que las encara.
Además, no se encuentra con los brazos cruzados en espera de que un milagro ilumine el lóbrego cerebro de Trump. Si no llegaron ya a los Estados Unidos, no tardan en arribar, los secretarios de Economía y de Seguridad del gabinete para dialogar con sus respectivas contrapartes a fin de atender los problemas sin perjudicar a ninguno de los dos países, que supuestamente son socios, no enemigos.
La cuestión arancelaria no es la única gran preocupación del mandatario gringo. Las potencias europeas ven con desconfianza cómo Trump concede beligerancia al presidente soviético en el establecimiento de la paz con Ukrania. Los europeos de las diversas nacionalidades daban por un hecho que Putin se hallaba bajo control y ahora descubren que está a punto de recuperar una posición estratégica.
Es cierto que esa delicada situación no tiene relación directa con los asuntos que los secretarios llevan en cartera, pero nada les impide utilizarlos cual comodines en un juego de póker. Después de todo, atravesamos una época propia de la aldea global en la que todo tiene relación con todo. El gigante cetemista despertó hace rato a esa realidad y parece que ha comenzado a pintarse en el rostro las líneas de guerra. La advertencia de que la imposición de aranceles brutales al aluminio dejaría sin trabajo a 800 mil obreros es angustiosa. Para que el riesgo se convierta en realidad hay que esperar a marzo. Es una espera breve, pero algo es algo.
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