Qué hermoso fue el acto conmemorativo de la “marcha de la lealtad” ayer, encabezado por la presidenta Sheinbaum. Se recordó la marcha aquella que los cadetes del H. Colegio Militar emprendieron desde su sede hasta el palacio nacional, en donde se hallaba el presidente Francisco I. Madero, para rendirle testimonio de lealtad ante las versiones de que lo traicionarían para privarlo del poder y, desgraciadamente, de la vida.
Los cadetes, impecables y precisos en sus movimientos, interpretaron una pieza dramática en la que vibró con emoción el amor a la patria y la resolución de ofrecer la vida en defensa de la soberanía. Las cadetes, jóvenes sanas y hermosas, manejaron los fusiles con uniformidad cronométrica hasta hacer un disparo con balas de salva.
El himno del Colegio y el Himno Nacional cerraron la emocionante, honrosa celebración durante la cual estuvo la Presidenta flanqueada por los secretarios de la Defensa Nacional y de Marina
NO LE CONTESTE AL PAYASO
Uno, persona joven o madura, va a divertirse al circo a sabiendas de que con todo y la libertad que se ofrece para reírse de los movimientos y gestos de los changos y de los payasos, no está bien arrojarles cacahuates a los primeros y menos hacer caso de las bromas algo estúpidas que a veces se permiten los payasos.
La misión de los payasos es hacer reír, no más
Por eso la señora Presidenta, en opinión de quien escribe esta columna, no debe distraer su atención de los grandes problemas del país ni un minuto para contestar las burradas de esos dos payasos que se llaman Vicente F. Quezada y Felipe Calderón. No le cumplieron a la Nación y llevan encima el tache de la Historia. Arrojarles un puñado de cacahuates como a los changos apestosos, eso sí puede ser, para que se callen el hocico.
carlosomoncada@gmail.com