Estoy convencido, gracias al libro “Océanos de plástico”, de la doctora Adriana Vallarino Moncada, que constituye urgencia prioritaria para la humanidad deshacerse de varios miles de toneladas de plástico acumulados principalmente en el mar, y disminuir la constante afluencia de ese elemento. Carecería de sentido bajarle, por un lado, a lo acumulado, y tolerar que, por otro lado, siga aumentando.
La doctora Vallarino informa, con la autoridad de su experiencia profesional, de los esfuerzos que realiza la Ciencia para crear combinaciones químicas que logren la biodegradación del plástico mediante microorganismos. Se han dado pasos al respecto, pero falta una estrategia que los acelere.
¿Cómo podemos sumarnos a esa elevada misión tú y yo, dos varones simpáticos y guapos (no lo digo yo, lo dicen las muchachas), pero distantes de la disciplina científica? Podemos contribuir eliminando al máximo el uso de recipientes y útiles de un solo uso, como platos desechables, popotes, empaques y bolsas de plástico que son pródigos en entregarnos lo mismo en grandes supermercados que en modestos “taniches” de barrio.
Si vamos de paseo por la playa nada nos cuesta llevar una bolsa o una caja de cartón para acarrear la basura que generamos, y llenarla además con basura que otros menos responsables arrojaron a la arena. Nos hará bien agacharnos el doble de veces a recoger la basura propia y la ajena como ejercicio fisioterapéutico.
La autora intercala a veces reflexiones y dudas que van surgiendo en la conciencia del lector y la lectora y que ayudan a confirmar nuestro compromiso en la conservación del mundo y la maltratada naturaleza. Felicitaciones si arribas a la última página de “Océanos de plástico” como soldado del ambientalismo.
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