Nota publicada el 19 de junio de 1934 en Heraldo del Yaqui
Pronto se contará con dos carros judiciales, con rejas y todo, destinado, el uno, para los campos agrícolas del Valle y, el otro, para nuestra población.
¿De dónde se han sacado esos nombrecitos de "pericas" o "julias" con los que se les designa? Pues que lo averigüe Vargas. Cosas son el léxico popular tan atinado casi siempre en el ingenio irónico humorístico de nuestro pueblo que aún lo trágico lo mueve a risa.
"Julia" o "perica" o lo que sea, es lo cierto que en breve se contará con una para el servicio citadino y sobre esto queremos decir algo que viene al caso... o si no viene, a nosotros nos lo parece y con eso entendemos que basta.
En primer lugar, que es para que batan palmas los simpáticos borrachitos y también los severos gendarmes que a veces no se portan muy "católicos" en eso de conducir a aquellos al "bote" o al "tambo" o a "chirona".
Las correas de una "cuarta" de corazón de plomo, sirven de esposas para el "valiente" que se les pone "bravo" y que, como cucaracha ya no quiere caminar. Esto constituye un medio de tortura, como quiera que nos la pinte, aunque reconozcamos que en ocasiones el recurso es inevitable. En otras veces, el gendarme resulta culpable del procedimiento; no es lo suficiente serenos y los recuerdos a la familia le hacen perder los estribos. Tal clase de individuos no sirven para el oficio y debe renunciar a ser "renunciados", que es lo más expedito.
Por fortuna ya vendrá la "perica" y con ella la desaparición del recurso inquisitorial de marras.
Foto ilustrativa. Automóviles en exhibición en una agencia de Cd. Obregón al filo de los años 30s.
Alberto Macías. El eterno motivo