Trabajo precario y oligarcas al alza
Alejandro de la Garza
Domingo 27 de Abril de 2025

El sino del escorpión ha fatigado largos reportes estadísticos sobre el empleo, desde informes de gasto por hogares (ENIGH) hasta los datos de ocupación y empleo (ENOE) y los recuentos del Seguro Social. Todo para entender cómo la precariedad laboral y la concentración del ingreso están interconectadas, dos caras de la misma moneda, pues mientras el trabajo es cada vez más precarizado, los oligarcas van al alza. Así la moneda de la desigualdad estructural hoy en México.

Los trabajos precarios son aquellos sin seguridad en las relaciones laborales por falta de contratos o porque la contratación es por tiempo definido y no permite certezas a futuro, ahí donde los empleados pueden ser despedidos o tendrán eventualmente que dejar ese trabajo. Otra característica es su insuficiencia salarial, donde el pago no es suficiente para la alimentación, educación, vivienda, vestido, y demás componentes de una vida digna.

Le sigue la desprotección laboral, porque los trabajadores carecen de prestaciones y protección social. Esta característica no es propia sólo del sector informal, sino también del trabajo formal flexible o de la falta de protección sindical. Finalmente, otro de sus componentes es la vulnerabilidad laboral, cuando las condiciones en las que se labora ponen en riesgo la salud o la vida de los empleados por la falta de equipo de protección o por insalubridad del lugar de trabajo.

La precariedad laboral es un fenómeno multidimensional que afecta a millones de mexicanos. Según datos del INEGI, en el primer trimestre de 2025, el 34.8 por ciento de la población ocupada, equivalente a 20.5 millones de personas, trabajaba en condiciones críticas, es decir, con ingresos inferiores al salario mínimo o jornadas inadecuadas. Mientras, la informalidad, que afecta al 55 por ciento de los ocupados y al 66.9 por ciento de los jóvenes, agrava el problema, ya que estos empleos rara vez ofrecen prestaciones o estabilidad.

México es uno de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) con los salarios mínimos más bajos, incluso tras los recientes aumentos promovidos por el Gobierno. Muchos trabajadores, incluso aquellos en el sector formal, perciben ingresos que no les permiten cubrir sus necesidades básicas. Esta situación genera un círculo vicioso de pobreza, endeudamiento y exclusión social que afecta principalmente a jóvenes, mujeres y personas con bajo nivel educativo.

A pesar de los avances legislativos, los aumentos al salario mínimo, las reformas al outsourcing y los intentos (vanos) por democratizar los sindicatos, aún millones de trabajadores mexicanos enfrentan condiciones laborales inestables, bajos salarios, falta de prestaciones y escasas oportunidades de crecimiento profesional. Incluso las transferencias gubernamentales (programas sociales, becas, apoyos, jubilaciones, pensiones y un multimillonario etcétera), si bien representan una parte importante del ingreso de millones de hogares, no son suficientes para compensar la desigualdad en el acceso al trabajo.

En el otro lado de la moneda están los oligarcas al alza. Los empresarios más ricos del país, como Carlos Slim, Germán Larrea, María Asunción Aramburuzabala, Ricardo Salinas, Alejandro Balleres, Olegario Vázquez Raña, Fernando Chico Pardo, Ernesto Coppel Luken, Roberto Hernández, Alfredo Chedraui y otro multimillonario etcétera, han construido imperios financieros que abarcan sectores como telecomunicaciones, minería y bienes de consumo. Pero su éxito no puede entenderse sin analizar cómo el Estado Mexicano ha impulsado y favorecido su crecimiento.

El más rico de la lista, Carlos Slim, posee el equivalente a 102 mil millones de dólares; el último de esa lista de cien personas, Julio César Villarreal, tiene mil millones de dólares. Los otros 98 oligarcas intermedios poseen cada uno fortunas que van de mil 300 millones a 28 mil millones de dólares. Algo anda muy mal en la organización económica de una sociedad cuando alguien puede acumular tal monstruosa cantidad de dinero, mientras el promedio de ingreso per cápita supuestamente es de ocho mil pesos al mes, con todas las inexactitudes que esta división per cápita del ENIGH implica, insiste el escorpión.

El impulso inicial a la oligarquía mexicana actual se inició en durante las décadas de 1980 y 1990, cuando México experimentó un proceso de privatización masiva bajo el Gobierno de Carlos Salinas de Gortari. Empresas estatales como Telmex fueron vendidas a precios que muchos consideran bajos, lo que permitió a empresarios como Carlos Slim adquirir activos estratégicos. Asimismo, Imevisión fue vendida (con un préstamo del hermano del Presidente Salinas de por medio) a Ricardo Salinas Pliego, quien creó así TV Azteca, una poderosa arma de manipulación y noticias falsas. Estas privatizaciones no sólo consolidaron fortunas inmensas, sino que también otorgaron a los nuevos propietarios un control de sectores clave.

La influencia de los empresarios en la política mexicana es flagrante. A través de donaciones y alianzas estratégicas, han logrado moldear políticas públicas que favorecen sus intereses. María Asunción Aramburuzabala, por ejemplo, ha utilizado su posición en Tresalia Capital para influir en decisiones económicas que benefician a sus inversiones. Asimismo, Emilio Azcárraga Jean ha manipulado, elaborado e impuesto leyes de telecomunicaciones. Si bien estos empresarios han contribuido al desarrollo económico del país, su relación con el Estado ha generado desigualdades. La concentración de riqueza en pocas manos contrasta con los niveles de pobreza, la precarización del trabajo, la pauperización en el trabajo informal y con la falta de acceso a servicios básicos en amplias regiones de México.

El alacrán ya ve venir los comentarios de superación personal y esfuerzo individual que insisten en recomendarle al pobre que trabaje más, que no sea flojo ni envidioso y no esté pensando en “comerse a los ricos”, nuestros generosos benefactores. Incluso ya escucha los agradecimientos al “Tío Richi” porque en su infinita generosidad regala motocicletas a sus fans mientras evade miles de millones de pesos en impuestos.

Las fortunas de los oligarcas mexicanos crecieron durante el Gobierno de López Obrador, mientras, al mismo tiempo, se crearon las pensiones y apoyos que han dado un respiro vital a la población trabajadora. Hoy, el Gobierno de Claudia Sheinbaum enfrenta también esa difícil contradicción: el trabajo precario y los oligarcas al alza ¿van juntos?

@Aladelagarza

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