Casi siempre, al hablar sobre la figura de George Herman Babe Ruth, nacido el 6 de febrero de 1895 en Baltimore, muchos simplifican el análisis al magnífico promedio ofensivo de .342 en 22 temporadas, sus 714 cuadrangulares o las dos mil 204 carreras impulsadas de por vida.
Otros, los menos, van más allá y se refieren además al alto porcentaje de 671 en juegos ganados y perdidos (94 y 46), o al excepcional promedio de carreras limpias (2.28) logrados en los pocos años en que actuó como lanzador a tiempo completo, antes de convertirse en el azote de todos los equipos rivales bate en mano.
Sin embargo, por más que digan esas estadísticas, capaces por si solas de haberlo exaltado al Salón de la Fama en una u otra categoría, la significación del "Sultán del Bate" para el béisbol va mucho más lejos de lo que podamos imaginar.
Al revisar un recorte del periódico The New York Times"publicado en 1918 podemos leer: "El Terror de Boston", Babe Ruth, permitió sólo cuatro incogibles durante el encuentro y dio una ventaja de 2-1 a su equipo cuando se robó el home.
Para que nadie se quede perplejo por esta información, sería pertinente agregar que Ruth estafó el plato en 10 ocasiones y conectó igualmente 10 cuadrangulares dentro del terreno durante su enjundiosa carrera, por lo que sin duda era un excelente corredor en las bases.
Esa condición de buen velocista lo subraya el hecho que entre los jugadores del Siglo XX con 210 libras o más de peso el que mayor número de triples conectó (136) fue Babe Ruth. Tómese en cuenta que los jardineros -sin excepción- le jugaban extremadamente retirados, por lo que sus triples se basaban en la velocidad de sus piernas.
En cuanto a la lejanía de los guardabosques ante el Bambino, un despacho del Boston Globe, en 1919, un día después de conectar un batazo que pasó muy por encima de la marca de 480 pies en Fenway Park expesaba:
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Otro hecho que demuestra la grandeza de "Gigge", como le decían sus compañeros de equipo, era su prestancia a realizar en el terreno lo que de él se exigía en cada momento para bien del conjunto. Lo que sigue ocurrió en el Yankee Stadium, una tarde de 1925.
Con el Sultán en pleno apogeo, el partido en la novena entrada, dos outs y el corredor Earle Combs parado encima de tercera, el director Miller Huggings ordenó al Bambino tocar la bola.
Como era lógico, todo el cuadro estaba jugando por detrás para enfrentar tan temible toletero. Ruth, sin embargo, hizo rodar un toque perfecto por la línea de tercera, Combs anotó fácilmente y él tampoco tuvo contratiempos para llegar a la base antes que el tiro.
Los neoyorquinos dejaron al campo a sus rivales. Los "sluggers" actuales debieran beber de esa fuente.
En cuanto a la defensiva, Ruth tampoco era segundo de nadie. Tomemos por ejemplo dos destacados jardineros derechos más cercanos en tiempo y midamos los siguientes parámetros:
Ruth participó en menos partidos pero supera a Kaline y Aaron en asistencias y doble matanzas. Sí, tuvo más errores; pero el guante que se utilizaba en aquellos tiempos no tenía bolsillos ni los dedos estaban unidos por las tejeduras. Los guantes actuales son verdaderos pozos.
Sería conveniente añadir que Tris Speaker y Ty Cobb cometieron 222 y 268 pifias respectivamente.
No obstante, y, de nuevo más allá de los números, Ruth era un maestro al campo. Este juego se celebró en el llamado Navin Field antes de que allí se erigieran las espaciosas dobles secciones de graderíos y en el que Babe pudo engañar con histrionismo magistral a una figura de tanto rango como Charlie Gehringer.
Este último estaba anclado en segunda y el Bambino jugaba el jardín izquierdo. Hubo entonces un batazo largo y Ruth se movió hasta las cercas. Entonces echó un vistazo a la bola, y con un gesto ulterior de disgusto se encogió de hombros y dirigió su vista hacia el suelo.
Esa realista escena embaucó a Gehringer, quien creyendo que la pelota había traspasado las vallas se lanzó hacia tercera en camino hacia el plato. En ese mismo momento Ruth vino corriendo hacia delante, volvió a seguir el curso de la bola y la capturó a unos pocos metros de la cerca.
Lo demás fue sencillo, pues el Babe tiró a segunda y dobló a Gehringer. Para lograr esa treta, el fildeador debe estar dotado de la virtud de poder quitar la vista de la bola por un período apreciable de tiempo sin perderla.
En cuanto a la fortaleza y precisión de su brazo, valga citar al jugador Doc Cramer de los Atléticos de Filadelfia: "No podías correrle de primera a tercera. El podía disparar esa bola y la mayoría de las veces no lo hacía de "bound"; esta vendría de aire".
A pesar de todos sus honores, Ruth nunca dejó de complacer a su delirante fanaticada, que colmaba los estadios para verle jugar. Una tarde, después de un encuentro en Pittsburgh que concluyó a las cuatro de la tarde, este comenzó a firmar autógrafos.
Y añadió Lloyd Waner: Al día siguiente alguien me dijo que Babe finalmente había solicitado una silla plegable a un policía para continuar firmando autógrafos sentado y estuvo allí hasta casi las 10 de la noche después de haber hecho feliz a todos sus parciales.
Los mentores conocían de los hábitos nocturnos del Sultán y no cejaban en su afán de sacarlo del paso.
En 1927, los Yanquis se dirigían a Washington para efectuar una serie crucial contra los Senadores. El director de estos últimos, Bucky Harris, ni corto ni perezoso, designó entonces al jugador Goose Goslin para que invitara a Ruth a irse de juerga y devolverlo al día siguiente.
Pasada la jornada, cada cual fue para su hotel. Goslin cayó exhausto en la cama, mientras el Babe fue a cumplir un compromiso de visitar esa mañana a pacientes del hospital John Reed de esa urbe.
En el juego diurno entre ambos equipos, Goslin fue ponchado cuatro veces consecutivamente; pero Ruth se echó su conjunto al hombro y conectó dos jonrones y un doblete que resultaron decisivos en la victoria neoyorquina.
Sin hacer comentarios, el "Señor Béisbol" había dicho la última palabra.
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