“Tenían plástico derretido en la piel”
El Universal
Lunes 08 de Junio de 2009

Cuando Francisco Manuel López llegó a la guardería ABC, los niños ardían en el interior y en el exterior. Policías, bomberos y civiles intentaban derribar el muro de la bodega prácticamente con las manos.

“Estaban tratando de tumbar la pared con un pico, porque la bodega no tenía más que una puerta principal y por ahí no podía salir ni entrar nadie. Había mucho humo. Entonces yo empecé a pegarle con la parte trasera de la camioneta para abrir el primer boquete”, narró a EL UNIVERSAL.

Ocho veces golpeó el concreto con su pick up hasta que quedó la primera abertura, y repitió la operación para los otros dos boquetes que permitió la entrada de los rescatistas.

“En el primer impacto se quedó encajado el pico en la caja. Toda la gente me gritaba que siguiera, que derribara la pared. Después de eso hice otros dos, cuando dejé de hacer los hoyos, entré para ayudar y me di cuenta que había niños encerrados adentro de los cuartos de la bodega. Tuvieron que tumbar las puertas para sacarlos”, dijo el testigo del siniestro.

Vecinos consultados afirman que la guardería carecía de un patio interior y uno exterior, además de que estaba contigua a otras tres bodegas sin espacio entre sí, locales que también se incendiaron.

Agregan que el techo de la guardería era de lámina y estaba cubierto en la parte inferior por una capa de hielo seco, y en la parte exterior por un aislante de poliuretano. En el interior de la bodega había separaciones (habitaciones) donde los niños estaban atrapados porque las puertas estaban cerradas.

“La gente entraba y salía. El primer policía que entró no tardó ni cinco minutos para salir gateando y ahogado por el humo. Yo levanté pedazos de hielo seco ardiendo y vi niños con plástico derretido pegado en la piel”, dijo Francisco Manuel.

La entrada principal de la guardería está ubicada al ras de la calle y es ahí donde vecinos y rescatistas esperaron que Francisco hiciera los boquetes para entrar por los niños.

Por lo menos 66 niños, que inicialmente se encontraban en calidad de desaparecidos, fueron trasladados —por los vecinos que ayudaron en el rescate— a hospitales y a sus domicilios.

Francisco Manuel López, de 23 años, a quien han nombrado en el estado “héroe” por su hazaña, trabaja en un taller de laminados cercano a la guardería y fue su padre quien le dio aviso del incendio.

El joven tiene la columna desviada e inflamación en los músculos por los impactos que realizó con su camioneta para salvar vidas.

 
 

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