Cuando paseaba alegremente por las calles de la colonia Cajeme, contemplando la hermosa propaganda electoral que aún sigue en los postes de la ciudad, Fernando Valenzuela fue detenido por agentes de la policía municipal.

"Engarróteseme allí", le gritaron desde la patrulla, y Fernando, muy obediente, se quedó como estatua. Entonces se acercaron los gendarmes y le preguntaron:

"¿Qué es ese bulto que traes en la bolsa del pantalón?".

Y él, muy quitado de la pena, respondió: "Son canicas, si quiere comprobarlo meta la mano a la bolsa, señor justicia".

El policía metió la mano a la bolsa del pantalón, pero al ver la sonrisa pícara del detenido la sacó de inmediato y le ordenó con mucha autoridad que sacara el bulto. Fernando sacó el bulto, pero no parecía relleno de canicas sino de una hierba con características similares al té de manzanilla y a la cannabis.

Al ver eso, el agente esposó al pícaro y le pidió que se identificara. Éste respondió:

"Me llamo Fernando Valenzuela..."

"Y yo me llamo Teodoro Higuera", dijo el policía quien había visto mucho beisbol hace veinte años. Acto seguido, empujó a Fernando dentro de la patrulla y se lo llevó a pasear por la 300 y Jalisco.

Ya en la Dirección de Seguridad Pública se comprobó que era cierto, el detenido se llama Fernando Valenzuela López, pero no vive en Beverly Hills sino en el pedregal de la Cajeme.