Los testimonios recogidos por Proceso en torno al incendio de la guardería ABC de Hermosillo, Sonora, son elocuentes. Al reconstruir los hechos, esas voces nos revelan cómo la negligencia de las autoridades y la falta de cuidados de los socios de ese inmueble provocaron una de las peores tragedias de las que se tenga memoria en el país. Son relatos dramáticos, gritos desesperados que no tienen eco, pero también son preguntas sin respuestas ante la infamia.
"Escuchamos el grito. '¡Saquen a los niños!'… El techo se desprendía en pedazos y caía sobre los menores que dormían sobre colchonetas en el piso… Unos tenían quemaduras en brazos, cabeza, frente; otros se asfixiaban con el humo". Educadora RC de la guardería ABC.
"Movía sus cuerpos pero batallaba para des".pertarlos; lo hice varias veces pero no dio resultado. En cuestión de segundos se llenó la sala de humo negro… me llevé a los niños despiertos hacia el baño, mojé las sábanas y se las puse en su nariz para que no aspiraran el humo. Era imposible sacar a todos porque ya había salido parte del personal y sólo quedábamos unas 27 personas". AM, educadora.
"Araceli gritó que allá había muchos niños. Cuando llegué a la puerta se me juntaron muchos de ellos que venían saliendo de las áreas de Maternal, de 2 a 4 años, que son los que ya caminan; sentí cuando se me abrazaban de las piernas. No puedo decir cuántos ni quiénes, para ese momento ya estaba cayendo del techo los trozos ardiendo de una lona de colores que estaba colgada sobre el comedor. Como pude me iba quitando a los niños, por eso tengo los brazos quemados". EC, jefa de pedagogía.
"No podíamos abrir la puerta porque abre para adentro no para afuera... se batallaba ya que la jaladora de la chapa se quebró y en eso andaban que la iban a arreglar pero no lo hicieron". GT, cocinera de la guardería.
"Miré a siete niños tirados en el pavimento enfrente de la puerta de la guardería… La Cruz Roja no se daba abasto… Procedimos a acordonar el área, ya que empezaron a llegar familiares de los niños que querían ingresar a la guardería. Tuvimos que negarles el paso para no interrumpir las labores de los bomberos". Reporte policiaco.
"Había mucho humo espeso, empecé a tentar, tenté carnita, la agarré, cuando pude vi que era una niña, estaba toda quemada, no hacía nada; no lloraba, tenía los ojos grises. Nomás se me quedó viendo, nada más abría la boca y la cerraba, como los peces". Empleado de llantera ubicada en las inmediaciones del edificio siniestrado.
"Hiram se sentía muy mal. Él quería agarrar parejo y llevarse a todos los niños; veía a varios de ellos en el piso, pero tomaba a los que veía llorando y no a los que veía silenciosos. Y estuvo bien porque salvó a los que tenían posibilidad de vivir": AA, bombero.
"El cuarto niño que saqué me partió el alma: iba todo descarapelado, como cuando a un tomate le quitas el cuerito, la bata del uniforme se me quedó la carne cocida del niño. Lloraba, respiraba forzado, yo le iba diciendo que aguantara que ya íbamos a llegar al hospital". CC, despachador de gasolina.
"Sacamos como a 30, pero no vi uno vivo; todos iban negritos, sus brazos sin fuerza. LL, vecino.
"No estaban muy quemados, sino intoxicados. El humo del poliuretano es muy tóxico, es muy pesado, si acaso te da cinco minutos para seguir respirando". AA, bombero
Este es un extracto del reportaje que publica la revista Proceso en su edición 1706 que empezó a circular este domingo 12 de julio.