<i>Álvaro Cepeda Neri</i>
Tras el autoritarismo sangriento que culminó con el diazordacismo y su pus del echeverriato, la derechización presidencial se inició con De la Madrid alcanzando su máxima cresta oligárquica con Salinas y Zedillo, para continuar con Fox y Calderón.
Van 21 años de reacción a los principios medulares de la Constitución, conquistados por la Revolución. Y de hacer a un lado la intervención del gobierno en los mercados, que siempre ha sido una constante y más con Keynes de nueva cuenta presente en el corazón de Europa, Estados Unidos y el resto de la globalización, donde los subsidios, rescates financieros y ayudas sociales con el gasto público, son manifestaciones del Estado intervensionista.
En cambio, los presidentes mexicanos van a contracorriente. Privatizaron ya casi todo, y Pemex está cercado por las medidas, apenas relativizadas por el Senado. Fox y Calderón han desmantelado los subsidios de salud pública, a las universidades públicas y a todo el sistema educativo fundamentado en el artículo 3 constitucional.
Si ya las contrarreformas constitucionales y su andamiaje reglamentario llevan a la nación a las fases previas de la República restaurada, de la gloriosa Revolución de Ayutla y a los finales del porfirismo, el ataque frontal de los Lujambio-Vázquez Mota, de la señora Gordillo y del SNTE-Panal, a la educación pública, con el PAN y Calderón al frente, es la provocación para que se desborde el malestar social, político y económico.
La amenaza de reducir los subsidios a la educación superior es el ataque abierto del panismo a uno de los principios constitucionales duramente conquistados por el liberalismo desde 1857 y ratificados en 1917. Los panistas y la derechización presidencial están estableciendo “un gobierno contrario” a la Constitución, interrumpiendo la observancia de la misma y el artículo 136, relacionado con el 39, otorgan derechos al pueblo para obligar a sus gobernantes a someterse a la legalidad y legitimidad del orden jurídico positivo y escrito que está vigente.
Los calderonistas buscan debilitar las universidades públicas: su carácter gratuito, fines laicos y autonomía para educar; investigar en condiciones de libertad de cátedra, de examen y discusión de las ideas.
Son los continuadores de los reaccionarios y conservadores que combatieron las revoluciones de Independencia, de Ayutla y de 1910, cuyos aniversarios quieren recordar con actos festivos y así burlarse de Hidalgo, Morelos, Juárez, Zapata, para entronizar a Iturbide, a Maximiliano, a Porfirio. La historia al revés.