Qué hacías el 20 de julio de 1969, el día que el hombre llegó a la Luna?
La pregunta y su respuesta marcan a una generación, aquélla a la que pertenecen los hombres y mujeres que eran niños o jóvenes en aquel ahora lejano 1969.
Hay tantas respuestas como países, culturas y tipos de personas existen. Por eso a través de Internet se ha hecho la pregunta a todo el mundo, urbi et orbi, y los norteaemricanos han respondido de manera muy diferente a los rusos, y éstos a los brasileños, pero los coreanos tienen una visión diferente, lo mismo que los judíos, los árabes, los bantúes, los habitantes de lo que en esa época se llamaba Pekín, y quienes entonces eran habtiantes de una aldea indú.
Ahora, ¿cómo vivimos en Sonora y en Cajeme aquel 20 de julio?
Yo estaba con mis padres en la casa donde vivíamos, en la calle Durango casi esquina con Hidalgo. La televisión estaba en la sala, el aire acondicionado estaba descompuesto y recuerdo que hervíamos en calor pero nadie quería separarse de la televisión, salvo mi hermana que afuera esperaba a su novio, el joven de pelo largo que hoy es un sesentón calvo y gordo.
Cada uno de nosotros seguía paso a paso la descripción y trraducción de los locutores de Telesistema Mexicano, Ken Smith y Jacobo Zabludoszky, enviados especiales en Houston, donde se encontraba el centro de mando de la NASA.
La televisión en blanco y negro, así como las señales que llegaron desde la Luna, sí, desde la Luna, y mi abuelo alegando que todo era una farsa, un montaje de los gringos para impresionar al mundo y presumir de que le habían ganado la carrera a los comunistas, así decía el abuelo que prefería llamarlos así antes que rusos y mucho menos soviéticos.
Alguien tenía que ir a la tienda, pero ninguno de mis hermanos y hermanas hizo el menor intento de acudir a los gritos de mi madre. Como que no la escuchábamos, pero desde entonces mi pequeña mala suerte hizo que ella se dirigiera a mí y me pusiera el dinero en la mano, "anda trae leche y pan". Salí corriendo como demonio al Super MZ de la Hidalgo y así regresé en dos minutos a mi casa, a sentarme frente a la tele.
Smith y Zabludowsky seguían hablando y nosotros apenas respirábamos, qué emoción. Estamos viendo cómo es la luna. Desde entonces seguimos asombrados, cuarenta años después, como si fuéramos niños.
Tal vez para las nuevas generaciones, las que han oído hablar de viajes espaciales para turistas, las que se preparan para el viaje a Marte, éstas cuyos sueños fueron forjados por la tecnología y la Guerra de las Galaxias, tal vez para ellas parezca bobo nuestro entusiasmo.
Para nosotros fue una fantasía convertida en realidad, algo que rebasaba nuestra ingenua y predigital imaginación. Quizá por eso no le entienden los jóvenes de hoy y este aniversario no le despertará ningún interés.
Pero tú, ¿cómo lo viviste tú que en 1969 ya estabas en este mundo, vivito y coleando, como decía el Memín Pingüín de entonces?