<i>José Luis Parra / El Chiltepín</i>

En el PRI están por enterrar a sus “muertitos”. Y a como están los reclamos ya le apartaron su fosita al propio presidente del partido, Roberto Ruibal, por jugar a perder en la jornada electoral.

Esta es una breve historia que muestra el nivel de indolencia con que se planeó la estrategia y que desembocó con la inconformidad que priva al interior del tricolor:

La víspera del 5 de julio un conocido operador de la movilización electoral, con muchas jornadas de este tipo en sus alforjas y representante de un grupo político de respetada influencia, se entrevistó con Sergio Castro, el hombre que manejó los recursos financieros bajo la supervisión de Ruibal.

Este operador esperaba recibir, como se lo habían prometido, 2.5 millones de pesos para llevar votantes a las urnas bajo el sistema tradicional, pero sólo recibió 100 mil pesos.

Al recibir esa cantidad de dinero, el operador, con una mirada entre decepcionante y pícara, soltó: Esto significa que la elección a gobernador está ganada o perdida, pero no empatada.

Lo curioso de esta mala planeación es que pasado el mediodía del 5 de julio, Roberto Ruibal en persona buscaba a los operadores de la movilización electoral, a los cuales antes había minimizado.

Pero el daño ya estaba hecho. Cualquier aprendiz de operador electoral sabe que el truco de esta jugada consiste en meter el mayor número de votantes lo más temprano que se pueda.

La rasurada financiera en el PRI significa que Roberto Ruibal jugó para perder por quién sabe qué razones o simplemente calculó que con el sólo nombre del gobernador Bours tenía para derrotar a Guillermo Padrés y al PAN.

Los resultados están a la vista. Por primera vez el PRI no gobernará Sonora.

Aunque haya de por medio una impugnación de la elección a gobernador ante el Tribunal Electoral Federal, comprobado está que Felipe Calderón no soltará el único estado donde ganó una gubernatura.