Mientras los corporativos automotrices internacionales y algunas armadoras en el país, así como otros similares -como la empresa Harley Davison- atraviesan por crítica situación financiera, existen quienes sin el menor empacho adquieren vehículos de lujo en Estados Unidos y los internan de contrabando a nuestro país.

Por años se ha conocido la lucha de organizaciones “Pafa” que gestionan la regularización de autos “chocolates” cuyo uso se sustenta en la precaria condición económica del poseedor de la unidad y su “apremiante necesidad de trabajar”, pero existen casos donde la pretendida justificante no se ve ni por asomo.

Mientras la industria automotriz mexicana, generadora de cientos de miles de empleos, sigue padeciendo esta situación.

La imagen es por demás elocuente.