Leyendo Infocajeme me llamó la atención el artículo Reviven el antichilanguismo, y desde acá me surgen estas reflexiones a vuela pluma:
Yo soy chilango de toda mi vida. Conozco algunos lugares de la República Mexicana. Y con ellos a mucha gente del lugar. En todas partes he encontrado gente generosa y alguna que otra menos. Es decir, no existe un lugar en el mundo de sólo gente buena, porque todos, como dijo el maestro Kant, estamos hechos de madera torcida. Aquí en el DF somos un chingo y les puedo asegurar que hay gente de los dos tipos. Pero también les puedo asegurar que abundan más los generosos.
Me pongo a leer Infocajeme y me doy cuenta que los políticos de allá se parecen mucho a los de aquí. Y hablo de los políticos porque son quienes más dan la cara. Me viene a la mente el coraje por los 49 niños muertos por negligencia del poder en este Sonora también chilango.
Me pregunto: ¿a quién le conviene un país lleno de odios, cuando todos somos tan parecidos? Los pobres de allá la sufren tanto como nosotros. La historia nos ha demostrado que el odio como el miedo permite a los humanos agruparse con quien tiene el poder. El odio sirve para manejar a la gente para beneficio de unos cuantos; el odio sirve para ganar elecciones; el odio sirve para distraer a la gente de lo principal. Porque al final de todo, los jodidos seguimos siendo los mismos. Entre más pobreza aparecerá más el odio.
El DF se compone de gente de todos los lugares de la República, y ellos han venido aquí a estudiar o trabajar. Y en la mayoría de los casos se les trata bien. Muchos de nosotros nos damos cuenta, también, que con ellos aquí la riqueza cultual se ha extendido. Es decir, somos mejores con ellos. Existen “vivales” en la Ciudad de México que se aprovechan de los incautos. Como el famoso "en dónde quedó lo bolita", pero ellos no escogen sólo a los del norte, a ellos les interesa ganar con quien sea. Como muchos de nuestros políticos. Y lo mismo “trasquilan” a un chilango que a un mexiquense, o a un poblano.
Por el bien de todos, no dividamos el país entre nosotros los buenos y ellos los malos. Porque no hay nada más patético que ver a un hermano destruyendo a otro hermano. Porque quien verdaderamente es responsable de nuestros males, somos nosotros, por haber escogido a gobiernos ladrones, que buscan distraernos odiando a quien aparentemente viene de fuera. Para desviar la atención de lo importante. Porque el odio también es generador de riqueza.
Si en nuestro país la riqueza y la justicia se repartiera con mayor equidad, Si nuestros Ministros superiores de justicia antepusieran el beneficio del país; si no permitiéramos que manejaran nuestros estados los “gober -preciosos, o los Ulises Ruiz, por poner dos ejemplos, no habría necesidad de buscar en los que hablan distinto a nosotros, la raíz de nuestros problemas.