Sentado bajo un árbol y a la espera de que cese la lluvia, Marco Antonio Rojo, dedicado a la elaboración de ladrillo, lamenta que “Jimena” detenga su trabajo.
Cuenta que desde el martes está extendido sobre el suelo el material de lo que aún no se puede llamar ladrillo, pues todavía es blando y frágil debido a que no ha salido el sol para secarlo y las lluvias empeoran las cosas.
Por elaborar y estimar mil piezas de ladrillo le pagan 300, afirma.
Pero los tiempos han cambiado, ya que cada vez son mas los negocios dedicados a este mismo giro, que en temporada de lluvia disminuye su producción, dice, pues cuando el agua corre por el suelo desbarata los tabiques sin hornear y el secado es casi imposible.
A su lado se encuentra Espiridión Chaparro Acuña, quien también espera que el sol salga para comenzar a levantar su producción, la cual está más fresca que la de su compañero.
Al menos Marco Antonio ya puede levantar cuidadosamente los tabiques del suelo que anteriormente preparó, aplanándolo con madera, regando y esparciendo arena blanda que funciona como anti-adherente, dice.
En vano son los intentos por avanzar el trabajo, refiere, pues todavía falta cocer el ladrillo en horno durante 12 ó 13 horas y la madera, el combustible principal, yace estibada y mojada por la lluvia originada por el huracán “Jimena”.
Ambos platican y disfrutan del viento fresco traído por esta tormenta tropical, que corre por ese lugar despejado, a la orilla del canal bajo esperando que el sol salga, para reiniciar su trabajo.