Es cierto que, en líneas generales, se arriesga menos callando que hablando.
Joseph Antoine Tousssaint Dinouart
Por Jesús Noriega
Yo también creo que el Ing. Manuel Barro Borgaro, presidente municipal de Cajeme, dice verdades con sus afirmaciones en las que defiende el agua de la cuenca del Río Yaqui, sin embargo, los duendes de la suspicacia se encaraman y me convencen que tales pataletas son enteramente inofensivas.
Dice Barro: “primero muerto que llevar agua de El Novillo a Hermosillo”...
El alcalde de Cajeme sustenta la defensa del agua en las prioridades económicas de la región que preside; en paralelo, aduce inminentes riesgos sociales debidos ante todo a la insuficiencia de las aguas Río Yaqui abajo.
En cuanto al apartado de los efectos económicos, precisa que el desabasto afectaría el sector productivo más importante de Cajeme, pues evidentemente se prevén impactos negativos sobre las actividades agropecuarias.
Envalentonado con la resaca de las albricias del poder, con sus declaraciones, Barro se suma a la cadena de resistencias suscitadas entre las fuerzas cupulares de la política en el Sur de Sonora.
Aparentemente ello lo colocaría, junto con el diputado Díaz Brown, entre los personajes opuestos al proyecto de abasto complementario de agua para el sediento Hermosillo, del que sabemos no tardará en agotar sus yacimientos acuíferos fósiles.
Barro tomó posición, sea porque vislumbra reconcomios entre los ciudadanos que habitan los asentamientos río abajo y que tal vez sufran limitaciones, o por cálculos precipitados de las pérdidas económicas que correrían a cargo de los productores afectados.
Personalmente me inclino a pensar, que las pulsiones cardinales detrás de los ánimos de Barro son los potenciales efectos en la economía municipal. Y afirmo que las de Barro son declaraciones banqueteras, carentes de defensa y sustento, con las que pretende lograr ánimos ciudadanos que generalicen la creencia de que su intervención incidirá favorablemente.
Eso es una interpretación personal subjetiva que hago de los dichos del presidente municipal de Cajeme, como personal es, la postura de Barro sobre el previsible acueducto de “El Novillo” a Hermosillo. Ya que para tenerla como posición oficial del H. Ayuntamiento, lo que conocimos los cajemenes por boca del alcalde, necesariamente deberá pasar por las formalidades de Cabildo Municipal.
Es postura insostenible, porque aunque a todos nos convencen la seducción y la generosidad que reviste la postura del Ing. Manuel Barro, nadie en su sano juicio estaría dispuesto a aceptar que en su momento se opondrá categóricamente a las argumentaciones, que en público o en lo corto, le planteen Guillermo Padrés o Javier Gándara. Todo lo contrario.
E indefendible, porque ante el supuesto de que Barro mantuviera posiciones contrarias a las del gobernador en cuanto al traslado de agua de la cuenca del Río Yaqui a Hermosillo, vale la pena recordarle al munícipe yaqui –tal parece que sus asesores desvarían- los mandatos que en la Ley de Aguas Nacionales privilegian el destino del agua cuando su uso y consumo son humanos.
Hay axiomas legales en materia de agua que son inatacables y uno de ellos es que prepondera el aprovechamiento por las personas, incluso como para decidir el sacrificio de otros destinos sociales, sin que en esos casos importen mayormente las rentabilidades políticas, las utilidades comerciales, o simplemente, las ventajas económicas.
Por razones históricas y culturales, Hermosillo es y seguirá siendo por muchos años en Sonora, el polo cardinal del ejercicio de la política –las pataletas regionalistas corren a cargo de mis paisanos cajemenses- y el eje rector del crecimiento y desarrollo económicos del estado.
En cambio, en Cajeme, el desarrollo y crecimiento económicos pasa por la reinvención de las vocaciones agrícolas y la conversión en polo de atracción para organizaciones cuyo establecimiento en el municipio se beneficie con ventajas ambientales, comunicacionales, o por la inclusión de profesionales y mano de obra calificada existente en el Sur de Sonora.
El alcalde debe dejar atrás las apuestas intransigentes y, al lado del gobernador hacer mucha política con afanes de contraprestar oportunidades de negocios con Hermosillo, mediante atracción selectiva de organizaciones, corporativos, empresas o instancias de gobierno, directo al corazón de la región que gobierna.
Por mérito propio y porque vivimos el peor momento para disputas, a Barro le toca redoblar tenacidades para hacer efectivo el reciclamiento de las aguas servidas y la recuperación de los ramales de la red de distribución de agua potable. Obra que no se nota pero que es sumamente de amplísima utilidad social.
Creo que el Ing. Manuel Barro Borgaro debe superar los chauvinismos mojigatos que desgastan; trascender a los voluntarismos cortoplacistas que redundan en pérdidas inútiles de energías y recursos, así como de poner ambos pies sobre terreno firme.