Luchan mujeres yaquis por sus tradiciones
Sergio Anaya
Miércoles 07 de Marzo de 2007
Aún persiste en las ciudades y en centros de trabajo la discriminación contra las mujeres indígenas, afirma Casilda Flores Álvarez.

Por ejemplo, dice, para pedir trabajo en una maquiladora las yaquis tienen que cambiar sus vestidos tradicionales por pantalones.

“Y los hombres de las maquiladoras les gritan ‘¡indias!’ cuando quieren regañarlas”, comenta Casilda, habitante de la comunidad yaqui Loma de Guamúchil.

Pero que las llamen indias, asegura, en vez de ofenderlas las enorgullece.

Durante la conferencia donde ella y Laura Hernández Ursúa hablaron sobre la situación de la mujer indígena, evento organizado por el Centro de Culturas Populares, expusieron el papel que juega este género en la tradición yaqui.

El más importante, coincidieron, es la educación de los hijos, en especial la enseñanza de valores como el respeto a los adultos, a las tradiciones y normas que rigen a la etnia.

“Es importante enseñarles a nuestros hijos la lengua yaqui, pero también es importante que aprendan a integrarse al mundo no indígena sin perder su identidad”, expresó Laura.

“Estamos hechas para formar nuevos ciudadanos que mejoren la vida de las comunidades”, añadió.

Este papel de formadora que le asigna la tradición se refleja en el hecho de que casi todas las plazas de educación básica en los poblados yaquis están cubiertas por mujeres.

El burocratismo
Aunque las yaquis han luchado a su manera para impulsar el desarrollo de las comunidades, el burocratismo de las instituciones es un obstáculo que les impide mantener sus proyectos, afirma Casilda.

En 1995 ellas y otras mujeres formaron la asociación civil “Sendero de Mujer”. “Pero después de muchos años de trabajo, cuando viene un cambio sexenal se ignora todo lo que hemos hecho y tenemos que empezar de nuevo”, comenta.

A pesar de ello, la mujer yaqui lucha para integrarse al mundo productivo, agrega Laura.

Se integran en la maquila, como jornaleras, maestras, profesionistas, como sea posible para apoyar a sus familias, dice.

Como las mujeres de las ciudades, añade, las yaquis ya no quieren casarse a temprana edad, prefieren estudiar algo, prepararse para vivir mejor.

Y en esta lucha por adaptarse a los nuevos tiempos y mantener su papel como guardianas y reproductoras de su cultura, las yaquis tienen que trabajar más que antes. Cuando se van a trabajar descuidan a sus hijos y debido a ello aparecen problemas de drogadicción entre los chamacos.

El fenómeno aún no es tan grave como en las ciudades, señala Laura, pero tiende a crecer si no se hace nada.

Como en todas partes, también en las comunidades se ha reproducido el problema de la drogadicción. “Sabemos quiénes consumen drogas, quiénes las venden, pero si la policía detiene a alguien, éste busca la protección de las autoridades tradicionales”.

“Detrás de la escuela donde trabajo he visto niños drogándose”, comenta.

A pesar de problemas como éste y otros de la vida actual, ellas siguen luchando por preservar su cultura e integrarse a la modernidad.

Algo han logrado pues, como dice Laura, “antes los hombres iban delante de nosotras y teníamos que seguirlos con nuestros hijos; ahora ellos va a un lado y cargando al niño”.
 
 

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