El valor cultural de la basura
Jorge A. Lizárraga Rocha
Miércoles 18 de Novimiebre de 2009

Jorge A. Lizárraga Rocha

Me encontré en el arcón de los libros viejos uno del año de 1983, llamado La basura: consumo y desperdicio en el Distrito Federal. La investigación que dio como fruto el libro mencionado fue patrocinada por el Instituto Nacional del Consumidor y fue realizada en conjunto por investigadores del Centro de Ecodesarrollo y de la Universidad de Arizona.

Quiero compartir con ustedes lo que se encontró hace 26 años y que meditemos sobre cuál es la situación actual en cuanto al manejo y características de nuestras basuras.

Se determinó en el estudio mencionado, que el análisis de los desechos sólidos es la mejor manera de estudiar el manejo de recursos en el hogar, ya que este método es poco costoso y no se pueden esconder datos, como sucede con las encuestas y otros tipos de métodos utilizados en estudios socioeconómicos.

Los datos que se obtienen con el análisis de basuras en el hogar sirven para investigar tres áreas del manejo de los recursos:

1. El nivel nutricional de la población.

2. El impacto de la industrialización y de las influencias socioeconómicas en los patrones de consumo, incluyendo los anuncios comerciales.

3. El desgaste de los recursos naturales y los problemas ambientales ocasionados por el desecho y la disposición final de la basura.

Cuando se hacen estudios socioeconómicos por medio del análisis de los desechos sólidos generados en los hogares, los datos recabados son mucho más confiables, pues los indicadores sobre ingresos, consumo de alimentos, consumo de productos inútiles, etc. se encuentran en los botes de basura.

En cuanto a las cantidades y características de la basura hogareña: El peso promedio de la basura producida por hogar y día es más o menos igual para los distintos estratos económicos estudiados, el componente más grande de los desechos sólidos son los restos orgánicos que contribuyen con alrededor del 50% del peso total de la basura; así, la producción promedio de desechos orgánicos por persona y día es aproximadamente de 400 gramos.

Hay una relación directa entre los ingresos y el consumo de metales, el plástico y el vidrio. Esto probablemente refleja una demanda mayor de comidas industrializadas al aumentar los ingresos familiares.
 
En los hogares de alto ingreso es muy elevado el consumo de metales, papel, plástico y vidrio.

En México, afortunadamente todavía desechamos muchos restos orgánicos, lo que indica que estamos menos intoxicados que los norteamericanos pues consumimos menos preservativos químicos; sin embargo es obvio que nos dirigimos a marchas forzadas hacia el proceso de industrialización de los alimentos, con su consiguiente pérdida de valor nutritivo y exceso de sustancias no asimilables por el organismo.

El resultado más sorprendente del análisis fue que en todos los estratos económicos había habitantes que disfrutaban del mismo surtido de alimentos. Estos comprendían dos tipos: los alimentos principales, que se consumen diariamente o cada dos días, y los secundarios, que se consumen una o dos veces por semana.
 
Entre los primeros se incluyen las tortillas, el pan blanco, el frijol y otras leguminosas, la leche, las carnes, los huevos, las frutas y verduras frescas, las grasas no saturadas, el azúcar, los caramelos y los refrescos. Los segundos incluyen el pan dulce, las galletas, la pasta, los productos derivados de la leche (crema, yogurt, etc.) las nueces, incluyendo aquí los cacahuates y avellanas, las pastelerías, la gelatina y las frituras.

En general, no se puede afirmar que la dieta de algún estrato se acerque a lo óptimo. La verdad es que la que tenemos los habitantes de México en general parece ser alta en azúcar, carbohidratos, grasas y sal.Es patético el confirmar, una vez más, que los mexicanos en todos los niveles económicos no seguimos una dieta adecuada, lo que nos lleva a estar desnutridos(as), panzones(as) y mal alimentados(as) con la consiguiente baja en nuestro rendimiento productivo.

El análisis del consumo también sirve para medir los niveles de desperdicio de comida. Se estima que  se desperdicia el 10% de toda la comida comprada en los hogares.

Este hecho no sólo tiene un impacto nutricional y económico en los hogares, sino también en la economía del país. Es de dar miedo que el 10% de la comida comprada termine en el bote de la basura; en otras palabras, de cada $100 que compramos de comida, sólo consumimos $90, desperdiciando $10, que para esta época de crisis, y aún sin ella, son demasiados pesos que tiramos a la basura sin ningún chiste.

Algo que sin duda es producto del consumismo fomentado por los comerciales de gente feliz tomando aguas llenas de quién sabe qué cosas, llamadas refrescos, y de niños deleitándose con mugres de dudoso origen, cuyos fabricantes juran que tienen papas, cátsup, queso y chiles jalapeños, etc., es el hecho de que en nuestras dietas diarias se incluyan como alimentos principales los refrescos (sin ningún valor nutritivo) y como secundarios las frituras (con preservativos químicos a granel).

Finalmente, y esta conclusión es una de las más prácticas, el estudio señala que:

Es importante conocer en detalle la composición de la basura porque permite una mejor planeación de proyectos para la reutilización de desechos sólidos, así como para evitar daños al medio ambiente.

Por otro lado, en el estudio analizado se menciona un aspecto muy importante, que es el que señala que las estrategias de control y manejo de las basuras a nivel de la comunidad han fallado porque éstas no son bien manejadas dentro del hogar. Esto nos lleva a la conclusión de que para poder ejercer un mejor control sobre los desechos sólidos de la comunidad, es estrictamente necesario que en los hogares las basuras sean manejadas en una mejor forma.

En cuanto a la conclusión de que el conocimiento de las características de la basura permite la mejor planeación de estrategias para su manejo, considero que esto debe ser vital para el buen manejo y disposición final de ellas, tanto a nivel del hogar como el de la comunidad.

Les invito a que hagan un estudio del manejo de los recursos en su hogar analizando el contenido de sus botes de basura. Simplemente háganse las siguientes preguntas sobre la basura que estamos tirando:

1. ¿Era inevitable su entrada al hogar?

2. ¿La actividad donde se generó se pudo haber hecho con otra materia prima que no produjera basuras?

3. ¿Tiene valor de rescate el producto que estamos viendo en la basura?

4. ¿Puede reutilizarse la pieza de basura que estamos viendo?

5. ¿Cuánto se pagó por la pieza de basura que estamos viendo?

Supongamos que lo que vimos es una lata con residuos de alimentos, usemos el tomate como ejemplo.

La respuesta a la primera pregunta será: Sí era evitable su entrada a nuestro hogar (de la lata)
La segunda pregunta se puede responder: Pudimos haber usado tomate fresco.

Las respuestas a la tercera y cuarta preguntas son: No tiene valor de rescate y no la podemos utilizar para nada.

La respuesta a la quinta pregunta dependerá del precio del kilo de tomate fresco y del kilo de tomate procesado en lata, la diferencia será lo que se pagó por el procesamiento del tomate y por la lata.

Creo que vale la pena hacer reflexiones sobre nuestro bote de basura.

 
 

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