Miss Narco
Itsel Olivares Cruz / La Jornada
Domingo 29 de Novimiebre de 2009

México, DF. Las hay y no son pocas. Unas se sumergen con placer en los pantanos del poder y del dinero, otras empuñan armas y dirigen operaciones de lavado de dinero. También hay las que mueren por una bala pérdida o luchan contra la impunidad por la muerte de un hijo adolescente.

Son las mujeres del narcotráfico y sus historias de vida fueron rescatadas de entre las cifras diarias de ejecuciones y detenciones en el libro Miss Narco. Belleza, poder y violencia, del periodista Javier Valdez Cárdenas, corresponsal de La Jornada en Sinaloa.

Se trata de 22 historias de mujeres que viven la violencia lacerante y escandalosa generada de la venta de droga. Unas como protagonistas, otras como acompañantes de alguien que tenía cuentas pendientes con un capo y algunas más que, aun estando al margen del negocio, pagaron.

Como pagó Jesús Nancy Valenzuela, maestra de preescolar, a quien le bastó con estar en la puerta de su casa al momento que un grupo de sicarios acribillaba a Rigoberto Imperial para formar parte de las estadísticas de ejecuciones en el país.

Son relatos de vida aderezados con datos duros del fenómeno, que refieren que en Sinaloa, por ejemplo, fueron muertas alrededor de 55 personas que nada tenían que ver con el narcotráfico durante 2008, sobre todo en la segunda mitad del año.

Detrás del recuento de muertos, detenciones o decomisos, Javier Valdez se asoma a la cotidianeidad de esas mujeres; en sus torrentes sanguíneos, en sus latidos y poros de la piel, dice.

En su opinión, Miss Narco no es revelador en cuánto a información espectacular de tráfico de influencia o relación entre capos y gobernantes, pero sí en cuanto a la vida cotidiana de esas mujeres y la heroicidad de algunas de ellas.

Comenta el caso de Alma Trinidad, quien no creía en las manifestaciones ciudadanas contra la violencia, ni en plantones, pancartas o gritos de justicia. Hasta que le llegó. Un hijo suyo fue muerto en una balacera cuando se encontraba en un taller mecánico.

“Ella ahora encabeza manifestaciones y pide justicia, dándonos un ejemplo de ciudadanía, de valor civil. Esa otra belleza, no sólo la de las mujeres que se ofrecen al narco, también la retrato en mi libro”, dice el autor.

También están las historias de mujeres que gozan del ejercicio del poder, agrega. De las que ya no sólo venden o transportan droga. Ahora dirigen operaciones de tráfico de enervantes o armas y hasta lavado de dinero.

“Repiten la actitud del macho dentro de la estructura del narco: son mandonas, buscan que les tengan miedo, usan el poder para controlar y no dudan en ordenar un acto delictivo”, explica.

Sin embargo, considera que aún no han llegado a ser matonas. “Puede que saquen el arma en un conflicto vial para atemorizar, pero no para matar. No hay sicarias, pero sí dirigen células de cárteles”, señala.

Para el autor, Miss Narco “no es un trabajo para que sean juzgadas o sentenciadas, (o señalar si son) buenas o malas, sino que busca provocar una mirada diferente al fenómeno”.

 
 

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