Más allá de violencia derivada del crimen organizado, lo que ocurre en Sonora es narcoterrorismo, afirmó Adalberto Rosas López.
Junto con Alberto Vizcarra Osuna, Jaime Miranda Peláez y Jesús María Martínez Vitela, coordinadores del Foro Permanece de Productores Rurales, indicó que ya se rebasó la simple denominación de delincuencia organizada.
“Es una constancia inequívoca de que se está empujando una rendición total de la nación frente a las políticas imperiales, de las cuales el narcotráfico no es más que una extensión y un frente de guerra irregular en contra la soberanía de los estados nacionales”, dijo.
El llamado crimen organizado en el narcotráfico, dijeron, no es un fenómeno sociológico.
Más bien las operaciones del narcotráfico obedecen a una estructura financiera internacional, que siempre ha tenido como comando central intereses de carácter imperial, sostuvieron.
Las brutales Guerras del Opio del imperio británico en contra de China en el siglo 19, para convertirla primero en consumidora y después en productora, y luego destruirla moral y económicamente, son un ejemplo.
“Eso es exactamente lo que le están haciendo a Sonora y a México, doblegarlo por medio del terror para luego imponerle la legalización de las drogas, como el supuesto remedio que internacionalmente promueven agentes financieros del imperio británico como George Soros”, afirmó.
Al legalizar el narcomenudeo en el país, declaró, el presidente Felipe Calderón y los legisladores muestran que ya claudicaron frente a esos poderes financieros.
“La mayoría de las fuerzas políticas en México ha renunciado a la defensa de la nación y su soberanía ante el despliegue criminal de los intereses financieros imperiales que usan al narcotráfico”, dijo.
Esa lucha no es propiamente contra los llamados cárteles de la droga, consideró, sino que ellos son solo la sombra de una política imperial que usa el narcotráfico como instrumento para la destrucción moral y económica de la nación.
Así, resulta tonto mantener una guerra fraticida contra los cárteles, consideró, si no se acompaña de una política económica que con grandes obras de infraestructura, como el Plhino, le regrese al país las capacidades físicas para el crecimiento real de la economía.
“Si hacemos esto, con la creación de cientos de miles de empleos, la población recobrará la esperanza y estaremos en condiciones de restablecer la paz que Sonora y el país están clamando”, aseguró.