Mi cuento navideño
Jorge A. Lizárraga Rocha
Martes 22 de Diciembre de 2009

Siguiendo inundado por el fervor navideño, y para compensar lo triste del otro cuento que a lo mejor sufrieron con su lectura de “La Navidad de un piojo”, y dado que yo también tengo mi corazoncito, escribí un segundo cuento de Navidad que espero sea de su agrado.

Estaban dos espíritus de Navidad muy aburridos, pues en esa Nochebuena no pasaba nada extraordinario; el viejecito ya se había ido a repartir sus juguetitos, previo cobro al contado, firma con tarjeta de crédito o pago del enganche (en todos los casos el IVA iba por delante obviamente). Así, nuestros dos amigos espíritus se contaban las mismas charras del año pasado, las mismas cuitas de amor, etc., hasta que uno le dijo al otro ¿Por qué no hacemos algo diferente este año?.....¿Cómo qué? Le contestó el otro al uno.

Hagamos una obra duradera, algo que no principie y acabe en esta Nochebuena, algo trascendente, algo… algo…. ¡algo!

¡Ya sé! Dijo el otro, llenemos de espíritu navideño a las primeras personas que encontremos en la calle, de tal manera que se comporten a lo largo del año como si siempre fuera navidad.

¡Muy buena idea! Gritó entusiasmado el uno, ¡manos a la obra!

Así, alrededor de las doce de la noche de ese día 24, los dos espíritus bajaron al mundo de los mortales y empezaron a tocar gente.

Al primero que tocaron fue a un señor gordo, chaparro y con bigote arrepentido, éste al sentir el espíritu navideño que lo volvía a inundar, empezó a reetiquetar toda su mercancía, marcando todo al doble de lo que se encontraba. Extrañados por su comportamiento, los dos espíritus se materializaron y le preguntaron por qué encarecía todo, y él ufano contestó ¡Porque me inundó el espíritu navideño! Y como comerciante así es como yo gozo de esta bendita época. Y al ritmo de Blanca Navidad (Guait Crismas para los internacionales) siguió reetiquetando feliz de la vida.

¡Oye qué regadota! Le dijo un espíritu al otro, hay que fijarse mejor le dijo el otro al uno.

Al segundo, mejor dicho segunda, que tocaron fue a una señora de oficio ama de casa, quien se ocupaba de preparar la cena navideña. En cuanto se sintió invadida del espíritu navideño, empezó a llorar y a quejarse ¡Sí, lo único que falta es que yo me queme la panza en el fogón y aquél desgraciado llegue borracho y sin hambre!¡Los niños van a hacer un regadero de refresco en la mesa y en la alfombra a la hora de la cena!¡El desobligado e inútil aquél no me va a regalar nada!¡Seguro que van a venir nuestros compadres los Gudiño y van a traer a sus monstruos a que destrocen mi casa!¡Y mi mamá que no me habla por teléfono! ¡Y!...¡Y!... ¡Y!...  Los dos espíritus navideños se volvieron a ver uno al otro descorazonados, se les había olvidado que a las mamás el espíritu navideño las pone histéricas por todo lo que tienen que preparar y por lo poco que se lo agradecen sus entenados.

¡Chín, otra vez la regamos! Le dijo el otro al uno. Ahora sí tenemos que ser más cuidadosos replicó el uno al otro.

Mira, vamos a tocar a un niño, ellos con su alma pura harán la felicidad de todos al comportarse todo el año como si fuera navidad.

Así lo hicieron, tocaron al primer niño que se encontraron en su camino, uno de entre 6 y 7 años, el cual al sentirse invadido por el espíritu navideño pegó un brinco, corrió por un lápiz y varios cuadernos y empezó a escribir con sus lindos garabatitos que sólo él entendía: Quiero un celular, un nintendo wii, una bici, una pistola de rayos laser, un juego de transformers, un tren eléctrico, un avioncito de control remoto, un juego de bádminton, una pelota de futbol, un guante de beisbol, para mi mamá una licuadora, para mi papá un juego de herramientas, un camioncito de redilas, un futbolito, un…, un…..

Ahora ya no sé cuál espíritu le dijo a cuál si el uno al otro o el otro al uno ¡Qué bárbaro! No nos dimos cuenta de que el espíritu navideño se manifiesta en los niños pidiendo todo que en la tele les exigen que pidan a sus papás.

El espíritu que no habló, le contestó. Oye, creo que mejor ahí le paramos, te imaginas qué pasaría si tocáramos con espíritu navideño durante todo el año a un borracho, a un político, a un policía, a un ratero, a un editorialista, a una secretaria, a un sindicalizado, a un artista…..¡La muelte mi negro!

Así, envueltos en un rayo de luz los dos espíritus navideños se retiraron a sus respectivas nubes, deseándose una feliz navidad el uno al otro y el otro al uno.

A mí no me queda más que desear a todos ustedes, mis amigos, una Feliz Navidad, y que recordemos quién es el Cumpleañero de esta fiesta.

 
 

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