Hace unos días falleció Esther Chávez Castro, activista que luchó contra los feminicidios de Cd. Juárez y contra la ineficiencia de las autoridades encargadas de resolver estos asesinatos. A continuación presentamos un perfil de ella y de su lucha.
Mujeres asesinadas en condiciones similares aparecían en 1993 en el estado de Chihuahua, eran los tiempos de la administración de Carlos Salinas. Las autoridades locales repetían una y otra vez es crimen pasional y cerraban el caso. El horror de la pesadilla que no termina impresionó más cuando las autoridades desde un principio se negaron a vincular los crímenes.
Fue entonces cuando apareció Esther Chávez Cano, una defensora de los derechos humanos, la pionera en ilustrar la historia de feminicidios en Ciudad Juárez en una libretita, un caso que ella documentó y que volvió famoso por el cinismo y la impunidad de las autoridades que lastima a millones de mujeres.
Las víctimas respondían a un patrón similar. Una joven desaparecía y era asesinada. La madre con desesperación buscaba a su hija sin el apoyo de las autoridades, que incluso durante años no han sido capaces de frenar la ola de asesinatos contra mujeres, que según cifras conservadoras suman más de 400.
Por esta razón, Esther ha platicado y hecho compañeras y compañeros de búsqueda a periodistas, investigadoras e investigadores para que se haga efectiva la consigna “Ni una muerta más”, pero a pesar de estos esfuerzos aun no se ha logrado que los cientos de desapariciones y asesinatos de mujeres jóvenes se resuelvan, además de frenar la ola de violencia que sigue dejando muertes y más muertes.
La impunidad y el desdén de las autoridades no han desalentado a Esther en su trabajo por la justicia a las familias de las jóvenes asesinadas, por ello esta activista fundó el Grupo 8 de Marzo, impulsó a la Coordinadora de Organizaciones no Gubernamentales en Pro de la Mujer para articular las acciones que buscan resolver el feminicidio en Ciudad Juárez Chihuahua.
Esther es una mujer de 74 años contadora pública por formación, pero activista por vocación, que ha dedicado gran parte de su vida a la lucha contra la impunidad que las mujeres viven, gran parte de su trabajo se ha desarrollado en su natal Ciudad Juárez a la que regresó en la década de los 80 cuando estaba en pleno apogeo el desarrollo de la empresa maquiladora en México, y donde las mujeres representaban gran parte de su fuerza laboral.
Es cuando se percata de que mujeres en las maquilas, en el comercio, las universidades, los hogares, mujeres solas, mujeres a las que las empresas les exigen la prueba de no gravidez y hasta la toalla sanitaria, madres solteras que trabajan en la maquila y no se quieren casar porque las parejas las golpean y les quitan el dinero, en una palabra mujeres desprotegidas, ella inicia su trabajo feminista para dar herramientas a las que viven día a día la injusticia de un sistema que las ignora y hasta las señala como mentirosas.
En su activismo funda el colectivo 8 de marzo en 1992 y en respuesta por una iniciativa de reforma la constitución estatal para penalizar el aborto. Aun cuando no lograron que el Código Penal despenalizara la interrupción legal del embarazo, se logró la no penalización de cuatro causales: violación, imprudencial o culposo, grave daño a la salud e inseminación artificial no consentida.
Es gracias a las activistas de Chihuahua a las que pertenece Esther que las mexicanas contamos con una de las agencias especializadas en delitos sexuales y albergues para dar soporte a las víctimas que han padecido el calvario de la violencia y necesitan un refugio para reponerse, superar y seguir adelante.