Mucho revuelo ha causado el anuncio de que el PAN y el PRD podrían aliarse en las elecciones locales de Oaxaca, Puebla, Durango e Hidalgo para evitar que el PRI siga llevándose el carro completo en cuanta elección se le ponga enfrente.
Tienen miedoooo, tieeeeenen miedo. No es la primera vez que estos dos partidos van en alianza o terminan poniendo como candidato al que alguna vez fue su enemigo político, pero nunca deja de sorprender que dos institutos políticos tan distintos en ideología sean capaces de olvidar sus rencillas, pleitos y críticas descarnadas para hacer reconciliables —aunque sea momentáneamente— sus diferencias. Para muchos ciudadanos eso sería cinismo, para ellos sobrevivencia.
Un pacto así resulta tan extraño como si Superman y Bizarro se unieran contra Lex Luthor; como si las Mujeres vampiro se hicieran las mejores amigas de El Santo para combatir a Blue Demon; como si Darth Vader se hiciera monje tibetano o que La Guayaba y La Tostada vivieran sobrias. Sin embargo, en su afán siempre propositivo, los expertos del Centro de Estudios de Fenómenos Paranormales han diseñado un sencillo manual de cinco puntos encaminado a crear la alianza perfecta, capaz de hacer que el Presidente del PAN, César Nava sea testigo de una boda gay o que Jesús Ortega asista a misa todos los domingos y fiestas de guardar.
El primer punto es el más obvio: encontrar las coincidencias y no ahondar en las diferencias, dejando de lado aquellas discusiones insignificantes donde no hay puntos de encuentro como son la política económica, la batalla contra el narcotráfico y el estado laico y entrarle a temas donde hay concurrencia de ideas como son el amor al hueso y a vivir del presupuesto.
Segundo. Amarrar a sus animales bravos cuando el aliado vaya de visita. Este numeral no sólo incluye a perros, gatos y tepocatas sino que se hace extensivo a Vicente Fox, Manuel Espino y Andrés Manuel López Obrador.
Los primeros porque tienen lenguas de magnitudes insospechadas y el último porque ya tiene mucho trabajo con atacar al gobierno espurio, a la mafia orquestada, a los pirruris y a oligarquía, como para criticar a los nuevos amigos de Jesús Ortega.
Tercero. Tener una imagen y un color que los identifique como nuevos aliados. Todo tendría que ser una mezcla equilibrada de ambas partes para que ninguno se sienta desplazado. Podrían rescatar a la niña Mariana para hacer comerciales donde después de salir de sus clases de catecismo, les diga a los ciudadanos que voten por su candidato porque “Así, con acción responsable, sí gana la gente”.
Definitivamente el color oficial debe ser el verde resultado de mezclar azul con amarillo, aunque seguramente habrá problemas porque mientras el PAN escogerá un verde militar, el PRD querrá un verde loro, por aquello de que “el perico donde quiera es verde y el PRD donde quiera muerde”.
Cuarto. Demostrar mimetización para lograr empatía entre los líderes de las partes interesadas en hacer una alianza. Así, César Nava deberá quitarse la corbata y el gel en el cabello, deberá usar lentes con armazón de pasta y saco de terciopelo con parches en los codos.
Por su parte, Jesús Ortega deberá rasurarse el bigote, pintarse las canas, abandonar la inseparable corbata amarilla para ponerse una azul e irse a un spa para tomar un tratamiento de rostro que le quite esa mirada de oposición permanente.
Quinto. Los candidatos deberán también tener características de ambos partidos. Deberán usar pantalón de mezclilla de Armani y morralito coyoacanense de Louis Vuitton; no se rasurarán pero usarán el estilo metrosexual; irán a reventones de todo tipo pero no deberán tomar alcohol, sólo les está permitido fumar mariguana. Comprarán lunes, miércoles y viernes el periódico La Jornada y martes, jueves y sábado, Reforma.
Los domingos podrán leer indistintamente Proceso y la revista Hola.
Cabe mencionar que este manual tiene una cláusula final que señala que el Centro de Estudios no se hace responsable de la creación de engendros, monstruos, fenómenos o cualquier tipo de aberración derivados del mal uso del documento.