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OJALA QUE todavía falte mucho tiempo, sin embargo, cómo se me hace que a la vuelta de la esquina --- tal vez, quince o 20 años a lo sumo— en el Valle del Yaqui y Sonora, entero, estaremos en la misma encrucijada en que se hallan ahora productores y habitantes de la capital del estado ante la falta de previsión, primero y la insensibilidad o más bien, voracidad política de algunos ex alcaldes panistas que despreciaron la oportunidad de haberse convertido en los promotores y realizadores de la gran obra hidráulica que en estos momentos requiere la ciudad capital y la costa hermosillense para acabar de tajo con un problema que dio sus primeros visos a inicios de los setenta cuando la presa Abelardo L. Rodríguez empezó a mostrar los primeros rasgos de lo que a la postre sería el rostro de la desesperación. Y es que, guardadas las debidas proporciones, por cuanto al grado de inversión y tamaño de la obra, la salida del acueducto del Novillo que buscan los naranjeros para saciar su sed es similar al llamado Plan Hidráulico del Noroeste, el Plhino, que desde mediados de los setenta han venido promoviendo los productores del yaqui y retomado ahora por el foro de Productores del Valle del Yaqui, encabezados por Adalberto Rosas López y don Jaime Miranda Pélaez con la diferencia de que el Plhino es un proyecto que, para su realización, además de que depende de la federación, involucra a los gobiernos estatales de Nayarit, Sinaloa y Sonora. Sin duda que, de hacerse, sería la más grande de todas las obras juntas que en materia hidráulica se habrían construido en todo el país y ni que decir de la transcendencia económica que esto representa para el sur del estado, sencillamente el detonante definitivo que Sonora necesita para volver hacer el gran emporio agrícola que fue en un tiempo. Quizás las nuevas generaciones lo ignoran, pero los jinetes del Apocalipsis que significan la falta de segundos cultivos para el valle, el rentismo de tierras del que son víctimas los ejidatarios del valle a manos, incluso, de quienes se dicen sus protectores, sus dirigentes y la falta de una política integral agraria que tienda al rescate de los hombres del campo es lo que mantiene al ejido y a los campesinos al punto de la extinción y a que estos hayan empezado a emigrar, ya no al coloso del norte que de tiempo atrás ha dejado de ser el sueño americano sino a engrosar los cinturones de miseria que se advierten en la periferia de la ciudad y, lo peor, a engrosar también, las siniestras filas del crimen organizado en donde son tomados como carne de cañón bajo el lema de más valen unos pocos años de bonanza y riqueza que largos años de pobreza y miseria. Y podría sonar fantasioso pero el reciente caso ocurrido en el ejido la Victoria el que por cierto ya cambió su nombre por el de La derrota, en donde Germán Corrales Acuña – que en un tiempo fue campesino, como el del corrido, para más señas y al que el mundo del crimen conocería después como Arturo Beltrán Leyva—mató a golpes de azadón a Adrián Armenta Buelna para cumplir con el “ requisito” que requería para poder formar parte de una banda de delincuentes que lo engancharían con “gente grande”, viene a corrobar lo antes dicho. Desgraciadamente, como el caso de Corrales Acuña, Sonora y el mismo valle del yaqui están llenos y lo peor, cada vez sobra “la mano de obra”, pues conforme pasa el tiempo son muchos más los campesinos echados a la calle.
Bueno, que conste que aquí lo anticipamos y con fecha del pasado viernes, Raúl Arturo Ramírez ya es el nuevo titular de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos en substitución del profe Jorge Sáenz Félix, hombre del que lo único que se podrá decir de él es que pasó con más pena que con gloria por tan importante encargo. Por lo que hace a Raúl Arturo, se propone, como primer paso, en dignificar la vapuleada institución la que aquí entre nos, no pasó la prueba de fuego que le significó el asunto del incendio de la guardería ABC que costó la vida de 49 niños el pasado seis de junio, en Hermosillo. Lo mismo es por lados de las celdas preventivas de la jefatura local cuyas condiciones insalubres compiten con los baños públicos de la misma dependencia aunque aquí ya es materia de la oficina de salubridad la que ya debería haber tomado cartas en el asunto, al igual que por rumbos de los hoteles de paso, convertidos en abiertas zonas de tolerancia aun cuando funcionan en pleno casco urbano como es el caso del motel Bulevard—200 y Chiapas-- en donde apenas cae la noche empieza el comercio carnal, a ciencia y paciencia de las autoridades de salud y ni qué decir de Seguridad Pública. Y por cierto, qué no sería bueno que ese mismo celo que aplica el Secretario del Ayuntamiento Hermilo Valenzuela para negar los permisos a los locatarios del Mercado Municipal que quieren ganarse la vida trabajando honestamente, lo aplicara también en meter orden entre los regenteadores de este hotel y del llamado Farolito de la California, casi esquina con Zaragoza en donde cabalga abiertamente no solo la impunidad sino el mortal sida. Sugerencias y comentarios; premiereditores@hotmail.com o al celular, 6449972972. |
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